Una nueva alianza: UE-Mercosur
En vísperas del tercer milenio, la globalización nos plantea nuevos retos y desafíos que exigen respuestas inteligentes y creativas para afrontar las grandes transformaciones que estamos protagonizando en la arena internacional. El concepto clásico del Estado nacional se encuentra, enriquecido y complementado por la dinámica asociativa de los nuevos espacios regionales.En este orden de ideas -y en el marco de la cumbre europea- los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, junto a los presidentes del Mercosur, suscribiremos en forma conjunta -en el Palacio Real de Madrid- un acuerdo marco de cooperación interregional que significa un salto cualitativo en las relaciones recíprocas, orientándolas hacia una auténtica alianza económica, basada en firmes compromisos de cooperación y de libre comercio.
Se establece también una fluida mecánica de diálogo político entre las partes, dado que la consolidación de la democracia es un interés común prioritario. Compartir una misma cultura política favorece el entendimiento y garantiza la continuidad de los esfuerzos que requiere nuestra transformación productiva.
El Mercosur es la respuesta que Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay acordaron en 1991 para afrontar el desafío de los procesos de cambios internos, regionales y globales. A partir de enero de 1995 se conformó en una unión aduanera, con un arancel externo común.. Una de las prioridades de la política exterior de mi Gobierno se sustenta en la cooperación económica y política con las naciones vecinas. Dejamos atrás las épocas del conflicto, sustituyéndolas por los más inteligentes caminos de la integración. La estabilidad política y el crecimiento económico de los países del Mercosur generó una espectacular reacción en cadena que se refleja en la multiplicación del comercio y en el continuo flujo de inversiones del exterior. Nuestros países se comprometieron a constituir una unión aduanera, a crear instituciones comunes y configurar un mercado amplio de 210 millones de consumidores. Esa alianza entre naciones democráticas planteaba a la UE la posibilidad de tener por primera vez un interlocutor válido en América del Sur.
Mercosur significa el 55% del producto bruto de América Latina, como así también la mayor concentración industrial, tecnológica y financiera al sur de los Estados Unidos.
La Unión Europea es el primer socio comercial del Merco, sur. El impactante crecimiento del comercio global UE-Mercosur alcanzó los 35 millones de dólares durante 1995. Europa ocupa también un lugar privilegiado en las corrientes de inversión directa. Mercosur recibe el 70% de las inversiones europeas en América Latina, y las más significativas. Éstas comprenden estratégicas áreas como telecomunicaciones, energía, banca, transporte aéreo, pesca, turismo, industrias automotrices, contrucción, petroquímica, quimica y laboratorios farmacéuticos.
En el proceso de modernización y apertura que llevan adelante los países del Mercosur sobresale la contribución de las empresas europeas. En el caso de Argentina se destaca, la presencia de los capitales españoles en el programa de privatización de los servicios públicos, que encarará mi Gobierno. Estas inversiones españolas alcanzan los 7.000 millones de dólares, y continúan en expansión.
El acuerdo de Madrid constituye el punto de partida para una relación más estrecha y promisoria entre las partes. Las áreas que comprende el acuerdo EU-Mercosur cubren un vasto e interesante escenario. Se instituye un diálogo para avanzar en un proceso de liberalización progresiva y recíproca de los intercambios comerciales.
Los ámbitos de cooperación comprendidos son muy amplios. Por ejemplo: la reducción de barreras arancelarias, fomento de inversiones, cooperación en materia de normas fitosanitarias, políticas de calidad industrial, cooperación técnica aduanera, información estadística, bancos de datos, propiedad intelectual, evitar la doble imposición, y encuentros empresariales. Colaborar también en otras áreas específicas de interés común como transporte, comunicaciones, ciencia, energía, cultura , medio ambiente y la lucha contra el narcotráfico. La participación de Argentina y el Mercosur en un acuerdo de liberalización comercial con la Unión Europea se inscribe dentro de una política de regionalismo abierto.
No concebimos al Mercosur como un bloque cerrado y proteccionista. El acuerdo alcanzado constituye una confirmación de que la política de apertura y desregulación adoptada por nuestros países es una decisión estratégica y sin retorno, y de que tramitan la intensificación de las relaciones comerciales y políticas con diferentes áreas o regiones serán bienvenidas.
El hecho de que esta brillante conclusión del acuerdo UE-Mercosur se firma bajo la Presidencia española de la Unión Europea adquiere un especial significado. Los esfuerzos del Gobierno y de la clase política y empresarial española, para lograr una profundización de las relaciones entre Europa y el Mercosur, son ampliamente reconocidos y valorados por nuestros países.
Con este acuerdo marco de cooperación se abre una nueva etapa en las relaciones entre Europa y América del Sur. Tenemos por delante el desafío de dar vida al tratado, aumentando el intercambio de bienes y servicios, y generando nuevas corrientes de inversión y de trabajo.
Creo firmemente que con este paso estamos sentando las bases de un mundo mejor, constituido sobre los valores comunes de la democracia y la libertad, y propendiendo al crecimiento económico y al desarrollo con justicia social. Sé que esta convicción es también compartida no sólo por el pueblo argentino, sino también por los pueblos de Brasil, Paraguay y Uruguay.
En el nuevo mundo de espacios económicos que se avecina, junto con la Unión Europea, el NAFTA y la cuenca del Pacífico, el Mercosur se erige como el cuarto gran mercado, con un creciente protagonismo, en el comercio mundial.
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