Encuentro en la ultima fase,

HACIA CASI un año que González y Aznar no mantenían un encuentro sentados y sin gritarse. Que durante 11 meses el presidente y su probable sucesor sólo hayan hablado de lejos y casi a voces, en los debates parlamentarios, explica la expectación creada en torno a su encuentro de ayer en el palacio de la Moncloa. Pero la misma. expectación prueba lo anómalo de que sea noticia un encuentro entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición.,El encuentro de ayer pareció discurrir en unas coordenadas de normalidad ajenas a cualquier otra consideración de tipo personal. Ambos dirigentes han actuado del modo que corresponde a quienes, desde el Gobierno y la oposición, comparten la responsabilidad en la continuidad y el funcionamiento más sereno del sistema democrático y de las instituciones. Y si siempre ha sido fundamental trabajar por esos objetivos, no lo es menos ahora, con unas elecciones generales a la vista, con el acoso terrorista de nuevo en niveles preocupantes y con un proceso de convergencia con Europa con graves obstáculos en su camino.

Esos temas de interés general son los que justifican, entre otros, unas relaciones más fluidas que las mantenidas hasta ahora entre González y Aznar. De ellos hablaron ambos en su. encuentro de ayer. Y aunque como resaltó el ministro Pérez Rubalcaba, no pueda darse a dicho encuentro una lectura de "traspaso de poderes", sí es cierto que se produce en vísperas de unas elecciones con. visos de generar importantes cambios políticos.

En este escenario cambiante es tranquilizador para el país que el presidente del Gobierno y quien aspira a sucederle intercambien puntos de vista sobre la estrategia de España con vistas a la culminación del proceso de Unión Económica y Monetaria de la UIE, se comprometan a convocar a las fuerzas democráticas del Pacto de Madrid para dar un nuevo impulso a la lucha antíterrorista; despejen dudas sobre la eficacia del pacto sobre el futuro de las pensiones, y, finalmente, convengan en la necesidad de no utilizar asuntos que son de Estado de gran impacto social en la confrontación electoral que se avecina. Es la norma. Y lo deseable es que esa normalidad se mantenga en el futuro. Incluso en el supuesto de que los interlocutores de hoy intercambiaran sus sillones respectivos en el futuro.