Biofactorías en el campo

Si hay que arrancar cosechas de las tradicionales, ¿por qué no aprovechar los campos para hacer crecer otras cosas, por ejemplo vacunas, de la mano de la biotecnología? Es algo que se han planteado algunas empresas en. Europa, entre ellas la española Ingenasa, que tiene un proyecto en común con la británica Axis Genetics que ha atraído la atención de la Unión Europea, que lo financia dentro del programa Fair. Se trata de utilizar virus de los que infectan naturalmente a algunas plantas, y cambiarlos mínimamente para que expresen proteínas de interés (antígenos en el caso de vacunas). Luego se cosecha la planta, se procesa y se obtienen, en grandes cantidades y de forma barata, vacunas que pueden comerse, para animales o seres humanos. "Es un método que utiliza la biotecnología sin riesgo", señala Ignacio Casal, de Ingenasa. Los virus utilizados -en este caso un virus del mosaico que infecta a la planta del guisante- son muy específicos de cada planta y no existe peligro de que se pasen a otros seres vivos.

El virus citado consta de dos hilos de ARN, que se propagan en laboratorio como plásmidos (trozos circulares de ADN que replican en bacterias). Se toma una pequeña cantidad de ADN de cada tipo -en una se ha añadido la secuencia que codifica para el péptido deseado, el antígeno de la vacuna- se mezclan y se inoculan en la hoja de la planta, la cual genera el virus, que se multiplica e infecta toda la planta. Tras la cosecha se obtienen de 1 a 2 gramos de partículas de virus por kilo de hojas, suficiente para miles de vacunas.