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José Hierro teme que las metáforas le conviertan en un viejo verde

El poeta recibe hoy el Premio Reina Sofía Poesía Iberoamericana

Su proverbial cabeza rapada le ha granjeado los más diversos apelativos -desde casco prusiano hasta negrergo maestro de ceremonias cíngaro-, siempre bajo el denominador común de ilustrar con su lustre lo poco que pueden llegar a parecerse a un poeta los poetas. Él recuerda, sobre todo, el mote que, debido también a sus orejas noveleras y a las cejas en fuga sobre los ojos almendrados, le propinó en su día Ignacio Aldecoa: "Pepe, tienes cara de velocidad".

El poeta "madrileño de Santander" -sus dos ciudades de alternancia casi vital-, que hoy recibe el Premio de Poesía Iberoamericana de manos de la reina Sofía, asevera que, a cierta edad, es necesario sortear la amenaza del autoplagio: "A.veces temo convertirme en un viejo verde con las metáforas", señala.El galardón incluye la publicación de una antología, Nombres propios, en la que Hierro recoge todos sus poemas de homenaje a figuras humanas, y en su anterior entrega, Agenda, realizó un compendio de versos escritos en las dos últimas décadas. "Creo que el temor a repetirse mezclado con el temor a retirarse actúa como un extraño mecanismo a la vez de inhibición y estímulo. Aunque no existe una edad propicia para la poesía, en mi caso concreto aparece ahora una cierta amenaza ruborsa de autoplagio, una señalde viejoverdismo para con las musas, que me lleva a escribir menos, pero no con menor intensid. La tensión juvenil de hacerse una voz se sustituye ahora, tal vez, por la tensión de comunicarle al prójimo que la deecrepitud todavía no ha llegado".

Por edad y adscripción estética, que él mismo define como "un realismo alucinógeno, diluido o visionario", José Hierro, es un poeta en la frontera de diversas promociones y objetivos literarios. Si se le menta su condición de poeta social, como aparece en numerosos manuales, sale disparado con la cara de velocidad que le adjudicaba Aldecoa: "De mi poesía se ha dicho con fortuna que es demasiado lírica para ser social y demasiado social para ser lírica. Yo, asumo ese adjetivo sólo en la medida en que, de un modo transversal, podemos aplicárselo a ciertos momentos y poetas de todas las promociones, empezando tempranamente, por ejemplo, con Alberti en el Veinisiete".

Según explica, el malentendido en éste como en tantos otros rótulos obedece a una inmensa laguna promocionaria, consistente en la especie de que en España no ha habido ninguna Generación de poetas entre el Veintisiete y los Novísimos, sino tan sólo manifestaciones aisladas. "Esta injusticia poética ha cundido hasta fechas muy recientes, cuando al fin se ha comenzado a admitir una nómina del 50, y aún queda por hacer lo propio con los poetas del 60 y de la inmediata posguerra", manifiesta Hierro, convencido, en todo caso, de que "en poesía, los padres nacen siempre después que los hijos. Éstos son en rigor los progenitores de aquéllos, como le ocurrió a Góngora en-el Véintisiete, o a Gil de Biedma con los jóvenes poetas de los ochenta".

El autor de Cuanto sé de mí ataja una batería de preguntas con que "toda poesía es, por definición, autobiográfica". No sólo le sirve para amortiguar el binomio con la poesía social: también para calificar de "estéril" el debate entre poesía de la experiencia y del conocirniento o del realismo y de la abstracción, y, en definitiva si la poesía persigue comunicar o descifrar. "Decir que la poesía sirve para comunicar es tan tautológico como decirlo de un teléfono. Uno compone poemas porque necesita compartirse, y esto implica a la vez comunicar y descifrar. Yo me quedo de un aire cada vez que escucho hablar de poesía de la experiencia porque, con independencia del tratamiento técnico, no creo que se pueda hacer poesía desde otro lugar que no sea la experiencia.Para explicarlo gráficamente, hacer poesía es como colocarse con una cámara fotográfica frente a un espejo. Uno aprieta y se hace, entonces, la foto de sí mismo tomándose la foto. Uno siempre es lo que prevalece y sólo luego, en el revelado, advierte el paisaje que tenía a sus espaldas".

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