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El cantaor Rafael Farina fallece en Madrid durante una operación a corazón abierto

Apoyado por Concha Piquer, alcanzó el éxito y la popularidad en los años 50 y 60

El cantaor y cancionero Rafael Farina falleció ayer, alrededor de las 18.30, en una clínica madrileña. Hace 15 días, a poco de regresar de actuar en Palma de Mallorca, fue ingresado en la clínica Puerta de Hierro aquejado de un infarto de miocardio muy grave, que enseguida se complicó con un edema pulmonar. Desde un principio se temió por su vida, pero después de la primera medicación en la UVI y al esperar alguna mejoría en su estado se decidió trasladarle a la clínica Nuestra Señora de América. En ella permaneció hospitalizado hasta su fallecimiento.

Como quiera que la gravedad persistía, se decidió someterle a una complicada operación a corazón abierto para eliminarle un trombo que comprometía seriamente su supervivencia, intervención que comenzó ayer a las, nueve de la mañana. Tras varias horas en el quirófano, la impresión del equipo médico era optimista, pues se pensó que respondía bien a la intervención y que el paciente podría superar la crisis; pero después todo evolucionó en el peor de los sentidos posible y el corazón del paciente falló irreversiblemente en el mismo quirófano, después de más de nuevo horas de actuación de los cirujanos.Rafael Antonio Salazar Motos, que éste era el verdadero nombre de Farina, había nacido en el pueblo salmantino de Martín Amor hace 72 años y era gitano, el cuarto de 11 hermanos. De hecho fue el más notable cantaor que ha dado la provincia castellanoleonesa.

Tres grandes

Rafael Farina declaraba en 1970 que en España sólo que daban tres grandes cantaores: el primero, Manolo Caracol; el segundo, Pepe Marchena, y el tercero, él. Farina fue el último en morir. Ciertamente pudo haber aspirado a un puesto muy relevante en el escalafón de cantaores flamencos si se hubiera mantenido fiel al cante y no hubiera coqueteado con la canción.Tenía para el cantante una voz de increíble belleza, llena de registros, de ecos cuajados de flamencura, que cuando se entregaba a lo jondo lograba resultados muy difíciles de alcanzar por otros cantaores. Uno de ellos, Antonio el Sevillano, decía que la voz de Farina "no la tenía nadie". Farina brilló especialmente en sus fandangos, brevísimos a veces -un minuto o poco más-, que eran como latigazos de jondura y ponían la sensibilidad de los aficionados a flor de piel.

Canciones aflamencadas

Pero cuando Rafael Farina vino a Madrid buscando hacerse un lugar en el mundo del espectáculo, lo contrató doña Concha Piquer y, según él decía, fue ella quien le exigió que cantara con orquesta y aligerando el genio. Comenzó entonces a interpretar canciones aflamencadas y tuvo tanto éxito que ya nunca abandonó las mismas. Con ellas como bandera consiguió grandes triunfos, que le llevaron como cabecera de cartel a muchos teatros de todo el mundo, con títulos como La verdad del cante, Pregón gitano, La copla ya tiene rey y Flamenco y cantares.El cine también reclamó su presencia, interpretando títulos del género folclórico como Café de Chinitas, Cante de fragua, Puente de coplas y El milagro del cante. Dejó inmensa discografía, intervino en numerosos programas de televisión y fue una de las figuras más populares en las décadas de los cincuenta y los sesenta,

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