Seguridad, el expediente vacío
El afianzamiento de la seguridad en la cuenca se aplazara 'sine die'
Al principio hubo un sueño. Cuando hace seis años cayó el muro de Berlín, algunos diplomáticos, españoles y extranjeros, se imaginaron que podrían derribar un segundo telón de acero, el que separa a la ribera norte y sur del Mediterráneo repitiendo en el Mare Nostrum la experiencia que, para Europa, arrancó con la Conferencia de Helsinki en 1975. Pronto de desvaneció. La Conferencia Euromediterránea que se inicia el lunes en Barcelona guarda algún parecido con el deshielo. que empezó hace 20 años en la capital finlandesa pero, en materia de seguridad, sus ambiciones son mucho más modestas.
A finales de la década pasada, las siglas CSCM aparecieron en la jerga de los diplomáticos. Se, trataba de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en el Mediterráneo, con la que algunos querían reeditar la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) que, tres lustros después, de su inicio en Helsinki, había aportado, por fin, la distensión al Viejo Continente.
Francisco Fernández Ordéñez, el entonces ministro de Exteriores español, y su homólogo italiano, Gianni de Michelis, llegaron a anunciar la CSCM en Mallorca, en septiembre de 1990-, pero un mes antes el presidente iraquí, Sadam Husein, había asestado, con su invasión de Kuwait, un golpe mortal al proyecto. "Si al tradicional conflicto añadíamos la crisis del Golfo, las aguas estaban demasiado revueltas como para que saliese adelante la CSCM", recuerda un diplomático español.
El proyecto acabó en el archivo de, buenas ideas que nunca vieron la luz. Hubo que esperar a que terminase la guerra del Golfo y se iniciase en Madrid, en octubre de 1991, el proceso de de paz en Oriente Próximo para que las cancillerías desempolvasen aquella iniciativa ahondando su vertiente económica, pero recortando sus ambiciones geográficas y de seguridad.
La Conferencia Euromediterránea es, en lo concerniente a la seguridad, un catálogo de vague de vaguedades. En los seis párrafos que conforman ese capítulo, la Unión Europea (UE) y sus 12 socios mediterráneos (Turquía, Chipre, Malta, Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Jordania, Israel, Siria, Líbano y la Autoridad, Nacional Palestina) se comprometen a respetar su integridad territorial; a renunciar a la amenaza o al empleo de la fuerza; a no dotarse de. capacidades militates superiores a sus necesidades legítimas de defensa etcétera.
Cuando, el domingo por la noche concluya en Barcelona la negociación para poner a punto la declaración final que aprobará la conferencia, el catálogo será probablemente todavía más impreciso.
Israel habrá hecho todo lo posible para edulcorar el compromiso propuesto por la presidencia española, de la UE, de actuar "en pro de la no proliferación química, biológica y nuclear, alentando a todos los socios a adherirse al Tratado de No Proliferación nuclear (...)" No en balde, el Estado judío es el único que posee armas atómicas en la región. .
Todas estas proclamaciones de buenas intenciones distan mucho de las medidas que confianza que el proceso de Helsinki puso en marcha hace 20 años, como el envío de observadores a las maniobras militares o las inspecciones de instalaciones sin previo aviso. El foro euromediterráneo no se acaba, sin embargo, con la cita de Barcelona. Habrá otras reuniones ministeriales, y se barajan ya ideas innovadoras.
El jefe de la diplomacia francesa Hervé de Charette, reveló la semana pasada en Madrid que propondrá en Barcelona un pacto de estabilidad para el Mediterráneo inspirado en el recién, concluido en Europa. Los países del Este que aspiran a ingresar en la UE aceptaron para lograrla adhesión, resolver sus litigios fronterizos y otorgar garantías a las minolrias.
Con sus socios de la ribera sur del Mare Nostrum, los Quince se han privado de antemano de la principal zanahoria que tenían en sus manos para obligarse a comportarse con decoro: concluir acuerdos de asociación con la UE.
Israel y Túnez ya los han firmado sin hacer apenas concesiones políticas, y en el caso del país magrebí la situación de los derechos humanos ha experimentado incluso un deterioro desde que entré en vigor. Habrá que ver si en el futuro la Unión presiona con la cooperación y las ayudas financieras para obtener mejoras.
El ministro italiano de Defensa sugirió en la última reunión con sus homólogos de la OTAN, en Williamsburg (Estados Unidos), ofrecer a los países de la ribera sur mediterránea acuerdos de "asociación para la paz" como los que la Alianza Atlántica ha propuesto a los Estados del Este que aspiran a adherirse. A diferencia de los centroeuropeos, los mediterráneos no tienen vocación de entrar en la OTAN, aunque la organización ha iniciado un diálogo con seis de ellos desde hace año y medio.
Las ideas sobre los pasos a dar para afianzar la seguridad del Mare Nostrum, por donde transita gran parte del abastecimiento energético del Viejo Continente, están aún muy verdes. Sólo dos precondiciones parecen claras. Será difícil hablar en profundidad de distensión en la región mientras no esté concluida la paz entre Siria e Israel.
"Será además recalca Gabriel Busquets, el, coordinador de la presidencia española para la conferencia, "incorporar a esa negociación, de una forma o de otra, a Estados Unidos y a Rusia", dos potencias militares en el Mediterráneo.
El gran escollo de lo que será dentro de unos años la anhelada Conferencia sobre Seguridad será la pelea árabe-israelí en torno a la: desnuclearización de Oriente Próximo, que, encabezados por Egipto, los árabes propugnan, mientras Israel se resiste para poder preservar su arsenal atómico.
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