Mar imperial
El Mediterráneo inventó la talasocracia, el imperio marítimo y comercial. El mundo fenicio, Atenas, la Cataluña almogávar marcaron desde la Antigüedad hasta la baja Edad Media una sucesión de construcciones políticas. basadas más en la factoría que en la colonización. Esta especialización imperial obedecía a condicionantes como la débil base demográfica de las metrópolis, y la tecnología naval, todavía poco apta para trasladar grandes ejércitos o pobladores para la ocupación del territorio.El imperio que sigue es el español, ya en la Edad Moderna, que hereda parte de las posesiones de la Corona aragonesa, y es, en realidad, un derivado del atlántico-americano. Los intereses mundiales de España la obligan a defender el Mediterráneo occidental, desde sus posesiones en Italia y los puntos de apoyo del norte de África. Su gran competidor fue el otomano, que dominaba la parte oriental del mar, y presionaba sobre Andalucía, Valencia y Sicilia desde sus posiciones en Argelia y Túnez.
EI siglo XVIII marca la llegada de los británicos y su rivalidad con Francia, que se resuelve a favor de los primeros en el XIX. Son ya imperios industriales donde el comercio sigue a la bandera. La cúspide del Mediterráneo británico se produce a fin de siglo, cuando Londres, ocupa Egipto con el Canal y se apoya en Gibraltar, Malta y Chipre.
Tras la II Guerra, EE UU reemplaza a Gran Bretaña, con- la peculiaridad de que no detenta territorios, sino bases de alquiler. La flota soviética trata en los setenta de reproducir en el Mediterráneo el reparto planetario, pero su acomodo es precario. La muerte de Moscú y el relativo repliegue de Washington dejan hoy a nuestro mar más vacío de ocupantes, pero mas lleno de conflictos -Yugoslavia- que en los últimos 50 años.
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