Reivindicaciones ficción
Las reivindicaciones más jaleadas de la sociedad actual parecen rodajes de película. A veces son ambiguas, o se basan en mentiras descaradas, y suelen reclamar soluciones de chicha y nabo que obstruyan el tratamiento de los problemas serios.El manifestante posmoderno cada vez conoce y explica peor el tema por el que se manifiesta y, algunos portadores de la pancarta no saben ni qué quieren decir las iniciales de metro y medio que pasean y esgrimen.
No hay que confundir: por supuesto que para gritar contra un cierre no hace falta tener ni remota idea de los enjuagues de banqueros y ministros que están degollando la empresa, el sector, el caladero o la salud de las personas. Del poder hay que defenderse sin más detalles. Lo ridículo es que las manifestaciones contra el espíritu santo las monte el Papa.
Lo bueno de aquella lucha de clases que había es que con pedir trabajo y justicia tenías toda la razón del mundo. Ahora, la complejidad de los estamentos en lucha, las reivindicaciones caracteriales, la abundancia de privilegiados entre los que gritan como damnificados, el desprecio por las causas del problema y el cinismo de los impulsivos que les permite denunciar como maniobra ajena cualquier torpeza propia han convertido la mismísima protesta contra el magnetismo en una tarjeta magnética más.
Mientras la sociología ya no informa más que del gasto en flores o discos, la gran lucha, Ia importante, la secular, por la liberación del hombre en sociedad, está enterrada.
Una serie de discjockeys y artistas del teclado videoelectrónico nos venden planetarios enteros de reivindicaciones basura.-
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