El misterio de la basura menguante
Uno está curado de espantos, y más si vive en Madrid, y lee los periódicos todos los días. Ya quedan pocas cosas, de las cuales sorprenderse una vez que se encuentra diariamente con noticias que, nos acercan, a marchas forzadas hacia un mundo más cercano al puro esperpento que aquel que conocieron nuestros antepasados más cercanos. Leemos con la mayor naturalidad sucesos, acontecidos, y análisis más o menos sesudos que parecen sacados de un libro de Groucho Marx más que de la cruda realidad, y no nos inmutamos lo más mínimo. Nos cuentan que un libro escolar donde se recomienda tener cuidado con la escritura está atiborrado de faltas de ortografía y, como mucho, sonreímos. El alcalde y el probablemente próximo presidente del Gobierno aparcan sus respectivos coches taponando una salida de emergencia de un teatro y nos parece un abuso de poder de lo más normal. El 90% de los españoles declara que no ha sido infiel a su pareja y no pedimos la nacionalidad esquimal por resultarnos imposible vivir en un país de Pinochos. En la teletienda nos ofrecen un aparato que descongela en pocos minutos desafiando todas las leyes físicas y tragamos. El suplemento Babelia de este periódico establece una endiablada conexión a través de un juego para cinéfilos entre Paco Martínez Soria y Marilyn Monroe y como mucho, nos hace pensar: "¿Por qué no?, al fin y al cabo, son dos sex-simbols." Por no hablar de hechos relacionados con los imparables avances tecnológicos. Hasta el encargado de la pescadería nos habla de la red Internet mientras trocea un salmón noruego.Ahora bien, incluso teniendo en cuenta todo esto, siempre quedan misterios con los que alucinar y poder darnos cuenta de que nuestra boca no está irremediablemente cerrada. Porque con ella de par en par abierta es de la única manera posible que se puede recibir un misterio como el de la basura menguante. Sabemos que la Bolsa de Tokio arrastra a lado Nueva York, y ésta las europeas. No hace falta ser un lince para comprobar e incluso entender que una reunión de banqueros alemanes, la mayoría entrados en kilos (físicos y económicos), puede llegar a afectar a nuestros bolsillos. De puro cajón resulta la asociación entre una buena situación política y el ánimo empresarial (siempre que no, se trate de Italia) o que, pase lo que pase en el mundo, los bancos siempre ganan. Pero de ahí a hacerse cargo de que existe una relación entre la economía de Corea y la problemática de los cartoneros madrileños (El País Madrid, 6 de noviembre) ya un largo trecho. Para creerse, eso hace falta casi casi un auto de fe.
Madrid genera menos basura que antes. Un 6,7% menos, para ser más exactos. Y eso es un montón de porquería. Uno se imaginaba de forma, bondadosa y optimista que podría deberse a que somos un poco menos guarros, aunque sólo sea por las nuevas generaciones, que cuentan con una conciencia ecológica / social más desarrollada. Tampoco, llamaría la atención que el origen del. descenso se encontrase en que han dejado de contabilizarse como basura las cagadas de perros en las aceras, cifradas en varias toneladas diarias, pasando a ser consideradas como abono. O que un amplio sector de los automovilistas fumadores ha dejado de vaciar sus ceniceros en plena calle. Nada más lejos de la realidad. Ni siquiera en cuestiones de, basura pintamós un carajo.
La causa primera se encuentra en la otra punta del planeta, donde a la gente de mucha pasta no se les ocurrió otra cosa que forrarse a comprar papel y cartón. Una vez establecido el origen, lo demás cae por su propio peso (como en los problemas de los exámenes universitarios y en el sexo, lo complicado es encontrar el punto de partida). En Europa hay menos cartón, el precio sube, la gente se echa a la calle para pillar en las aceras el nuevo material de lujo, y las basuras, sin cartón ni papeles, bajan de peso. Vuelve a haber cartón de sobra, los precios bajan, y los cartoneros las pasan canutas para sobrevivir.
La noticia, analizada en profundidad, puede tener unas consecuencias imprevisibles. Porque, con este precedente, ¿cómo vamos a estar seguros del porqué de muchas cosas? Si a un cartonero le afectan los ricos coreanos, quién es el listo que se atreve a desmentir categóricamente que, por ejemplo, la crísis económica: del Madrid es debida a que en Hawai hay menos olas que de costumbre y ha descendido la venta de tablas de surf. O que un fontanero te cobre 10.000 pesetas por arreglar una tubería en poco más de una hora se deba a la erupción de un volcán en Centroamérica. Con el misterio de la basura menguante se ha abierto una nueva vía en las justificaciones. Ya verán cómo Roldán, Conde, De la Rosa, Rubio, Corcuera, Barrionuevo y compañía no hallan elementos para su defensa tan aparentemente peregrinos como probablemente ciertos. Si no, al tiempo. Más complicado de entender es lo de los coreanos.
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