Estereotipos

Observo con preocupación el resurgimiento con profusión, en algunas series y programas radiotelevisivos, la reutilización de ese estereotipado personaje andaluz, chistoso, indolente, paria, etcétera, frente a la persona culta, profesional, de buenos modales.En la serie Médico de familia, cómo no, la chacha es una andaluza. La jerga que utiliza, el chascarrillo continuo por respuesta a cada situación, venga o no a cuento, da igual, es ramplonero, burdo y obtuso. Sobreactúa, reforzando un amaneramiento, unos gestos tan vulgares y tan alejados de la realidad que dan grima. Todo para arrancar risas en latas y conseguir el efecto listos y tontos que tanto gusta.

A. Albert, en EL PAÍS (17 de noviembre de 1995), sobre la serie Juntas, pero no revueltas, de TVE-1, "Rosa..., de la que no queda claro si es tonta, simpática o sencillamente andaluza". Pues sí que queda claro, clarísimo. En TVE-2 (sábado 28 de octubre), en el programa Así se filmó... Juntas, pero no revueltas, la actriz que encarna el papel de Rosa dijo: "... yo hago de andaluza, una andaluza que viene del campo a la ciudad, de recoger aceitunas, guardar cerdos y que, curiosamente, es muy trabajadora". ¡Vaya!, mira por dónde, "curiosamente, muy trabajadora". No voy a incidir sobre este "curiosamente". La conclusión es bastante evidente. Esto refuerza mi preocupación.

Recurrir a estos tópicos dignos de tiempos no muy lejanos, insistir en seudoidiosincrasias para encarnar la ridiculez, la ingenuidad, lo primitivo, es muy socorrido para aumentar la cuota de pantalla, un personaje neutro, no resulta, pero es una ofensa para otras muchas personas entre las que se encuentra el que subscribe.

Ya en su día, allá por los años ochenta, creo, hubo sus quejas sobre este manoseado, llevado y traído rancio tópico andaluz en anuncios, reclamos comerciales, etcétera, con resultados positivos. Claro que aquéllos eran otros tiempos. Hoy nos deslizamos hacia una etapa propicia para estos desmanes. Se va imponiendo otra vez.-