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La invesigación del asesinato de Rabin provoca la destitución de los responsables de seguridad

La investigación del asesinato de Isaac Rabin se cobró ayer sus primeros chivos expiatorios. El general jefe de los servicios de protección del primer ministro, dentro de la seguridad interna o Shin Bet, presentó su dimisión horas después de haber sido formalmente despedido. Otros tres altos miembros de ese cuerpo, entre ellos, el coronel responsable de la vigilancia de personalidades, fueronobligados a dejar sus cargos. El Gobierno israelí ha encargado al presidente del Tribunal Supremo, Aharon Barak, la formación de una comisión judicial de investigación para aclarar las circunstancias del magnicidio.

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"¡No es grave! ¡No es grave!, exclamó Rabin

Israel admitió ayer a regañadientes los fallos de sus legendarios guardaespaldas y dio un paso decisivo en la batalla contra el extremismo judío que se avecina. El, primer examen oficial de la evidente ineptitud de los servicios de seguridad, que quedó ilustrada el sábado en Tel Aviv con el asesinato del primer ministro a manos de un extremista judío, dejo pasmados a muchos: los agentes israelíes, glorificados en el cine y las novelas, se concentran exclusivamente en la amenaza árabe. Jamás consideraron la posibilidad de un chacal como Yigal Amir, el estudiante de Derecho de 25 años que con tres disparos puso violento fin a la vida de Rabin y al tabú de que un judío no mata a un judío. [Anoche fue detenido un estudiante de una escuela religiosa de Hebrón, amigo de Amir, relacionado con el asesinato de Rabin, informa France Presse. La policía detuvo antes a un colono de Hebrón y el martes, al hermano del presunto asesino.]

Mientras se libera lentamente del enorme trauma emocional provocado por el asesinato de Rabin, Israel comienza a buscar explicaciones. En ese empeño ha hallado realidades que duelen. Los servicios de seguridad fueron creados para para prevenir y eliminar amenazas árabes. Pero nunca tomaron en serio "al enemigo de adentro" que, late con vigor en ignorados sectores de la sociedad israelí.

Las conclusiones preliminares dicen que el Shin Bet tenía sólo información básica acerca de la existencia y movimientos de los grupos ultraderechistas judíos. No tenía, por ejemplo, los nombres de los más furiosos militantes judíos, los hombres que a voz en grito pedían la cabeza de Rabin en las manifestaciones en las que se condenaban los acuerdos de paz con los palestinos como una traición a la idea misma del sionismo.

"Es demasiado prematuro decir qué es lo que va a pasar con el Shin Bet, pero lo cierto es que se avecina un terremoto", comentó ayer un alto cargo gubernamental, que describió las sesiones de los investigadores como "un increíble y doloroso examen de conciencia que termina en una sola conclusión: el fracaso de los agentes de seguridad". La identidad de los altos cargos del Shin Bet destituidos permanecía ayer en secreto.

En medios próximos a la investigación se decía ayer que el Gobierno está analizando la amenaza del extremismo judío y que se aproxima una intensa campaña de detenciones contra los miembros de organizaciones proscritas como Kach y Kahane Vive. La primera indicación de que esa intención es firme vino en la forma del anuncio de la detención de judíos ultrarreligiosos del asentamiento, de Kiryat Arba en Cisjordania, que declararon su satisfacción por la muerte de Rabin en una entrevista con la televisión israelí hace dos días.

Avishai Raviv, jefe del grupúsculo de extrema derecha Eyal (Organización de Combatientes Judíos) fue detenido, ayer como sospechoso de haber colaborado en el asesinato de Rabin. La policía aseguró que Raviv, un colono judío de Hebrón que se escondía desde el sábado en Tel Aviv, estaba al tanto de la intención de Amir de atentar contra Rabin.

Manifestaciones de júbilo

No se conocía, sin embargo, plan alguno para neutralizar otras manifestaciones de entusiasmo y apoyo al asesino que comenzaron a surgir en Kfar Tapuah, un asentamiento judío en CisJordania y un bastión extremista en cuyas paredes ayer aparecieron pintadas abiertamente desafiantes. Una de ellas presentaba a Rabin y su sucesor, Simón Peres, colgados de una horca. Cuando los agentes del Shin Bet llegaron al asentamiento para interrogar a sus más conocidos agitadores, éstos se habían esfumado.." El recibimiento a los agentes no fue nada amistoso", comentó una fuente policial israelí cuando se le preguntó si eran ciertas la! informaciones que indicaban que los agentes fueron recibidos por los colonos con escupitajos.

El paso que está dando el Gobierno -y que muchos interpretan como el prólogo de una vasta redada para desbaratar las redes de extremistas que agrupan a entre 200 y 400 judíos- tiene fundamentos legales. El ministro de Justicia, David Libai, ha propuesto un cambio de la ley que facilitaría el enjuciamiento de militantes que incitan a la violencia a través de los medios de comunicación y la detención de los apologistas del asesinato de Rabin. El Fiscal General de Israel pidió ayer a la radio y la televisión oficiales que no emitan declaraciones de extremistas.

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