El código del Parlamento
Cuando el proyecto del nuevo Código Penal llegó al Congreso de los Diputados, hace algunos meses, no era el adecuado a la sociedad española del siglo XXI. Era el proyecto de un Gobierno que acusaba aún el efecto de las peligrosas corrientes conservadoras del derecho penal europeo de fin de siglo, partidarias de la exasperación de la pena de prisión como forma de tranquilizar los "deseos emotivos de pena" de las amplias clases burguesas que progresan en las sociedades desiguales de los dos tercios. De ahí las concesiones en el "cumplimiento efectivo" de las penas , o en el manteninimiento de tipos autónomos de apología, de sanción a los insumisos o de penas de dureza similar a las del Código actual. Y ello, a pesar de su apuesta por un moderno sistema de penas, que, es cierto, es el nervio del Código.El Código que aprobaremos hoy ya no es aquél proyecto. Su fisonomía ha cambiado profundamente, siempre en- un sentido progresista. Ha acogido centenares de enmiendas. Ha pasado a ser el Código de un Parlamento. Quizá porque no hay mayoría absoluta. Como ocurrió en la Constitución, la inexistencia de mayoría absoluta ha sido- una bendición para este Código, construido por un conjunto de fuerzas a las que el PP -anclado nostálgicamente en el Código del pasado y soñando con cadenas perpetuas- ha sido incapaz de acompañar.
Ha sido el Parlamentó el que ha situado la apología en su sitio, como forma de provocación, evitando un enorme atentado a la libertad de expresión. Ha sido el Parlamento -a pesar del Gobierno- el que ha establecido una responsabilidad civil subsidiaria que merezca tal nombre, por delitos, incluso imprudentes, de los agentes del Estado. Ha sido este Parlamento el que ha permitido que. los delitos contra la libertad sexual dejen de ser secretos de alcoba pana ser perseguidos por el fiscal. Ha sido también el Parlamento el que ha suprimido los anacrónicos desacatos o los delitos contra la propia imagen.
Ha sido, en fin, el Parlamento el que ha definido la rebelión como acto violento y público. Y también el que ha bajado a tres anos la escala de penas a pequeños traficantes / consumidores de droga -los que pueblan mayontariamente nuestras cárceles y son la mayor fuente de amenaza a la seguridad física de las personas-, para que el sistema de suspensión de condenas menos graves pueda interrumpir la cadena delictiva a cambio de una desintoxicación, es decir, la opción por la prevención especial en vez de la prevención general p la pura represión.
No es un Código que gusta a todos en todo. Pero es el mejor de que es capaz este Parlamento, y ha valido el esfuerzo de los representantes del pueblo para hacer un texto que tiene el título, rimbombante pero real, de histórico.
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