La devoradora de machos
Quieren convertir a la turbadora Linda Fiorentino en la, por ahora, última mantis religiosa del cine de Hollywood, esa especie de hembra que se zampa al macho sin contemplaciones lo mismo cuando éste ha cumplido que porque no cumple.Parece evidente que esta actriz tiene madera para dar nueva carne a este inagotable, mórbido y terrible personaje genérico caníbal, que ha dejado en el cine estadounidense algo menos -en el europeo, con excepción del principal de todos- el insuperable banquete que Marlene Dietrich se mete entre pecho y espalda con los despojos de Emil Jannings en El ángel azul una poblada nómina de bellas siniestras.
Pero por ahora la oficinas de analfabetos águilas del marketing hollywoodense se las están poniendo demasiado fáciles a esta naciente magnífica estrella y esto no la beneficia: se merece películas, guiones y sobre todo contrincantes de más fuste que los que le dan. En Hollywood, últimamente, se están convirtiendo en especialistas en autoestafas, -es decir: en componer mediocres o tramposas imitaciones de las mejores tradiciones y modelos de comportamiento allí inventados o inventados fuera y desarrollados allí.
La última seducción me parece una de esas estafillas, una película agradable de ver, pero engañosa, con una mujer dentro que se merece algo menos fácil, pues a Linda Fiorentino le pusieron en el pesebre a un macho con capacidades fotogénicas e interpretativas bastante, cortitas, por lo que la fatalidad de esta aprendiza de mujer fatal no tiene cauce de demostración convincente y queda muy por debajo de, por ejemplo, la fastuosa maña con que se merienda Barbara Stanwyck a Fred MacMurray en Double indemnity; Katleen Turner a William Hurt en Fuego en el cuerpo; Gene Tierney a Cornell Wilde en Que el cielo la juzgue; o Rita Hayworth y Gloria Grahame a Glenn Ford en Gilda y Deseos humanos, respectivamente.
La última buena sesión hollywoodense de hembra caníbal en ejercicio la dio Sharon Stone en Instinto básico, pero incluso aquí también queda la duda de si Michael Douglas, que por excepción actúa muy bien, da la talla en cuanto macho comestible. ¿Hubiera podido la Stone con réplicas tan contundentes como Clint Eastwood o Harrison Ford? Queda un rastro de duda, la misma que deja en el aire Linda Fiorentino, a la que da gloria (pero todavía no temblor, que es de lo que se trata) ver.
Babelia
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