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Muti apela al Gobierno italiano para que salve La Scala de Milán

Amenaza de huelga para la inauguración de la temporada, el 7 de diciembre

"El Gobierno debe prestar a los problemas de la música y la cultura la atención que merecen. Italia atraviesa uno de sus periodos más oscuros. Quiero decir al presidente Dini que no puede no responder, porque todos los teatros italianos tienen necesidad de ser escuchados". Riccardo Muti, el director musical de La Scala de Milán, pronunció estas palabras el pasado lunes para denunciar toda la gravedad de la situación de las docenas de teatros de ópera subvencionados que hay en Italia. Su déficit global ronda los 10.000 millones de pesetas.

La situación se está revelando especialmente grave en La Scala, que es un poco el símbolo de todos los teatros italianos. A él y a la ópera de Roma va a parar casi el 60% de las importantes subvenciones que el Estado dedica anualmente una actividad artística que identifica a Italia en todo el mundo. Pero la política de contención del déficit público ha puesto a dieta también estos fondos, y los teatros padecen una dolorosa acumulación, de sus problemas económicos estructurales. Los ingresos de taquilla no llegan a financiar más que una pequeña parte del coste de la lírica. El mal existe en todo el mundo.El conflicto latente en La Scala por falta de renovación del convenio colectivo y otros problemas ligados a la reforma del régimen de los teatros explotó la pasada primavera, cuando Muti acompañó al piano una representación de La Traviata, que hubiera debido suspenderse por huelga de los músicos.

La vuelta del verano no ha hecho más que agravar el conflicto, hasta el punto de que cuatro representaciones de Lucia de Lammermoor han tenido que ser canceladas por huelga, con una pérdida de ingresos de unos 801 millones de liras (más de 60 millones de pesetas). Ayer, una asamblea a la que asistieron unos 250 de los 800 trabajadores del teatro anunció otra huelga Para el 7 de diciembre, día de San Ambrosio, en la que cada año se inaugura la temporada.

La flauta mágica es el título previsto para esta próxima inauguración en la que, como es habitual, la butaca se vende a un precio de taquilla que ronda las 120.000 pesetas. Si la representación de la célebre ópera de Mozart hubiera de ser cancelada, La Scala perdería los ingresos de la prima, su principal fuente anual de ingresos no públicos.

Privatización

Todo ello explica la angustia de Muti, en el contexto de un teatro dividido por la idea del superintendente, Carlo Fontana, de que la única solución a los problemas de La Scala es permitir que entren en ella inversores privados."Creo que no se saldrá de esta complicada situación mediante gritos de alarma", dijo ayer Antonio Panzeri, dirigente sindical milanés, quien teme que se esté utilizando la protesta laboral para que se apruebe la privatización del teatro.

"La privatización podría resolver los problemas de la ópera en el norte de Italia, pero no en el sur, donde las grandes empresas no existen", comentó Francesco Canessa, superintendente del San Carlos de Nápoles, tras apoyar la protesta de Muti.

Muestras de solidaridad hacia el célebre, director llegaron también de Claudio Abbado, director de la Filamónica de Berlín, quien, debido a la competencia por la dirección de La Scala, no puede ser considerado como el mejor amigo de Muti. "La actual situación de crisis de la música y la cultura no es nueva ni sólo italiana. Yo también, hace pocas semanas, en Berlín, tuve problemas porque el Senado de la ciudad me negó la contribución habitual. Protestamos por toda Alemania y, al final, el Senado nos pidió disculpas", explicó Abbado.

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