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Más de 25.000 anglicanos se han pasado al catolicismo en el Reino Unido en cinco años

La fuga de una iglesia liberal hacia otra más conservadora es incesante

"He experimentado en profundidad el intenso calor humano de la Iglesia católica, por eso creo que ha llegado el momento de ser recibida en su seno no como un huésped, sino como un miembro más". La conversión a la fe de Roma de Frances Shand Kydd, una madura dama de la aristocracia británica, no habría merecido la menor atención de la prensa de no ser su hija la glamurosa princesa de Gales. Su conversión, anunciada hace apenas una semana, llega en momentos especialmente delícados para la Iglesia anglicana en el Reino Unido. En los últimos cinco años más de 25.000 feligreses han desertado de sus filas en busca del "sólido liderazgo" católico, en una hemorragia imparable.

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La Iglesia oficial británica ha sufrido en poco tiempo la deserción de periodistas de élite, políticos conservadores y miembros de la familia real, aparte de un par de cientos de sacerdotes anglicanos. El renacido amor por el catolicismo ronda incluso el corazón de la actriz favorita del país, Elizabeth Hurley.Perseguida, menospreciada y barrida de los escenarios del poder durante siglos (tras la Reforma, los seguidores Roma no recuperaron sus derechos políticos en Inglaterra hasta 1829), la Iglesia católica experimenta en el Reino Unido, donde cuenta con menos de seis millones de fieles, una especie de rearme moral. En un país donde la propia Constitución impide al primer ministro profesar la fe de Roma y donde todavía está vigente la ley de 1701 que excluye a los católicos del trono, incluso en calidad de consortes, el fenómeno no deja de ser espectacular.

¿Qué vuelco sustancial se ha operado en el corazón de una nación que, por otra parte, atraviesa una crisis de fe general, con tan sólo un 10% de la población susceptible de ser considerada practicante? Hay quien opina, como el sacerdote Michael Seed, de 38 años de edad y un activo propagador de la fe católica desde su puesto en la catedral de Westminster, que los años de thatcherismo tienen algo que ver en todo el proceso: "Durante los años ochenta vimos cómo la sociedad potenciaba el más absoluto y total egoísmo, que a la postre ha llevado a la gente a encararse con el vacío espiritual y a intentar llenarlo desesperadamente".

Oferta fundamentalista

La oferta de la Iglesia católica romana es, en el Reino Unido, particularmente fundamentalista, en claro contraste con el liberalismo anglicano y, en concreto, con el que predica la Iglesia de Inglaterra, una parte esencial del anglicanismo. Mientras la Iglesia que lidera la reina Isabel II tolera en su seno decenas de ramas más o menos díscolas -incluida la de los anglo-católicos-, acepta con naturalidad los métodos de control de natalidad y ordena sacerdotes de sexo femenino, los seguidores del Papa en el Reino Unido dan ejemplo de conservadurismo, exigiendo a todos sus seguidores un compromiso con sus creencias desconocido en los países latinos. Prueba de esta actitud es la reacción de disgusto con que las autoridades católicas contemplan esta especie de "moda católica".

El sacerdote Enmanuel Sullivan lo ve así: "La gente llama a las puertas de la Iglesia de Roma por motivos equivocados. Vienen espoleados por el descontento que ha provocado en los ambientes de la Iglesia de Inglaterra la ordenación de mujeres". Sullivan es un estrecho colaborador del obispo católico de Brighton, Murphy O'Connors, que preside junto al de Birmingham, en representación de la Iglesia de Inglaterra, una comisión internacional creada en 1967 para acercar posiciones entre las dos iglesias.

Posiciones que, a juzgar por la opinión de Richard Mash, a cargo de la secretaría del arzobispo de Canterbury, son bastante convergentes. "En el último documento que publicó la comisión era patente este acercamiento. Creo que, aparte de la disparidad de criterios en lo tocante al control de natalidad, las discrepancias en doctrina moral eran mínimas".

¿Quiere esto decir que el regreso de la Iglesia de Inglaterra al seno materno de Roma no está después de todo tan lejano? "Sí y no", responde una fuente de la oficina de comunicación de la Iglesia católica en Londres que prefiere mantener el anonimato.

El mismo manto

"Ambos estamos arropados por el mismo manto del cristianismo. Y, de hecho, las diferencias de dogma en lo tocante a la eucaristía, la Inmaculada Concepción o la Asunción de la Virgen no parecen obstáculos insalvables. Lo verdaderamente difícil de soslayar es el terna de la autoridad, en suma, la dependencia del Papa", explica dicha fuente.

Desde luego no será ése el principal obstáculo para que Ann Williams dé el paso definitivo de su vida. Hace no menos de tres años, esta secretaria de una organización caritativa que trabaja en pro del comercio justo con los países del Tercer Mundo piensa seriamente en decirle adiós a la Iglesia de Inglaterra, "devastada por su creciente liberalismo". Williams, de 49 años y copresidenta de una organización -Forward in Faith- creada en 1992 para luchar contra la ordenación de mujeres, cree que las cosas no pueden seguir así. Dice que se trata de un "problema doctrinal". "Es mi profunda creencia en la doctrina de Cristo la que me impide aceptar a las mujeres sacerdotes. No sé hasta cuándo se mantendrá esta tolerancia, pero lo que está claro es que no podemos seguir aguantando este bombardeo de ideas liberales".

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