Sigue el hermoso vuelo de Antonioni en 'Más allá de las nubes"
Concursa 'El callejón de los milagros', un buen filme mexicano
Más allá de las nubes, galardonada en Venecia con el Premio de la Crítica Internacional, supone el retorno del gran Michelangelo Antonioni, detrás de las cámaras, después de más de una década de la parálisis que tiene atado a un carrito de ruedas a este singular cineasta, indispensable para entender la formación del cine actual. Ayer, el desequilibrado y a ratos genial filme pasó por la Seminci, que en su concurso ofreció, una interesante película mexicana titulada El callejón de los milagros, dirigida por Jorge Fons, y la frustrada incursión del británico Terence Davies en Estados Unidos con La Biblia de neón.
Más allá de las nubes es, e incluso era antes de nacer, una película predestinada a formar parte indiscutible, por su simple existencia, de la historia del cine. Sin la obra de Michelangelo Antonioni no hay manera posible de entender desde las raíces la evolución del cine de las últimas décadas.Desde sus derivaciones iniciales en los años cincuenta -El grito, Las amigas, Gentes del Po- del neorrealismo italiano de la posguerra mundial, hasta su ruptura con esa escuela y la conversión en los años sesenta de su cine en un arriesgadísimo experimento fundacional de la pantalla moderna con La aventura, La noche y El eclipse, Antonioni vuelve del revés de forma radical algunos dispositivos formales del lenguaje cinematográfico, sobre todo los relativos a la creación de espacios dentro del tiempo y al engarce entre ambos factores de la composición de imágenes.
Ecuación espacio-tiempo
No se rueda una película de la misma manera -ni se compone, ni se monta, ni se contempla- desde que Antonioni indagó y trastornó con su cámara esta ecuación espacio-tiempo, hoy medular en el lenguaje del cine. Para entendernos: el vuelco fundamental que Francis Ford Coppola inició en el cine de Estados Unidos con La conversación hubiera sido imposible sin la existencia previa de esa aludida trilogía creada por Antonioni varios años antes, que, vista desde ahora, es uno de esos rarísimos momentos de fertilidad absoluta de la imaginación que hacen que todo cuanto es imaginado después requiera una referencia inexcusable a ellos, aunque sea para negarlos.
Antonioni pareció agotarse en esa trilogía, de forma que en sus ficciones posteriores -Blow-iip, Zabriskie Point, El reportero- sólo en secuencias aisladas alcanza a ser lo que fue. Necesitó llegar a 1983 para recuperar, con Identificación de una mujer, el dominio del estilo y del pulso que perdió en la década y media precedentes. Pero nada más acabar esta película una trombosis cerebral paralizó al cineasta precisamente cuando renacía de un largo bache de estupor.
Ahora, 12 años después de enmudecer, la elocuencia de este maestro del cine moderno vuelve a embellecer, aunque se perciban en su retorno lógicos balbuceos, las pantallas. Dijo su guionista, el gran Tonino Guerra, cuando le preguntaron qué quiere decir el título Más allá de las nubes: "Que el cine de Antonioni siempre está por encima de la realidad". La hermosa e irregular película arranca del punto exacto donde dejó abandonada su obra hace 12 años el cineasta de Ferrara. Hay en ella cosas que nada añaden a lo dicho por él. Pero hay otros momentos en que el inconfundible estilo del cineasta alcanza el estado de perfección. Bastan estos momentos para que Más allá de las nubes sea una obra. completamente, imprescindible.
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