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Expertos piden un cambio radical en la medicina para una muerte digna

Control del dolor y eutanasia, debatidos públicamente en Madrid

Un cambio radical en favor del enfermo terminal y de una muerte digna fue el centro del debate que ayer celebraron en Madrid expertos españoles, estadounidenses y holandeses, organizado por laFundación de Ciencias de la Salud. La discusión abarcó alternativas como el hincapié en el control del dolor o el recurso a la eutanasia, y todos insistieron en la necesidad de que el médico acompañe de corazón todo el proceso de quien va a morir.

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La aspiración a una muerte digna y a vivirla con toda la lucidez posible, y en un cuadro clínico de dolor aliviado, presidió el debate Morir con dignidad: dilemas éticos en el final de la vida. La gran sala del Casino de Madrid estaba de bote en bote de público mayoritariamente joven."Al médico se le enseña a curar, pero no a cuidar", dice Manuel González Barón, jefe de Oncología del hospital La Paz de Madrid. "Hay que mejorar al máximo la formación de un protagonista indispensable, el médico de medicina familiar y comunitaria. En cáncer, causa de muerte del 73%. de los españoles, el primer diagnóstico es básico, y lo hace ese médico".

González Barón defiende la medicina paliativa, el control del dolor: "Debe aplicarse desde el primer momento, junto con la puramente curativa, y evitar el encarnizamiento terapéutico a que se somete al enfermo. El 97% del dolor físico ya se puede evitar con morfina, incluso administrada en casa. Y estoy harto de ver que lo que llamamos dolor es sobre todo ansiedad y depresión. Cuando un enfermo dice: 'Doctor, me quiero morir', el médico debe preguntarse en qué se está él portando mal. Lo que el enfermo quiere decir es: 'No me quiero morir... así'.

La eutanasia, tras la despenalización en Holanda o la legalización del suicidio asistido en Oregón (EE UU), aparece como alternativa. "En Holanda", dice Henk Ten Have, profesor en la Universidad Católica de Nimega, "el único capacitado para practicarla es el médico. Dudo de si los médicos son los indicados en decisiones así, pero está, claro que la eutanasia holandesa se hice a petición del paciente. Cada doctor recibe una media de una petición al año. El 54% de los médicos la ha practicado alguna vez y sólo el 9% dice negarse. Lo cierto es que en Holanda ahora empezamos a planteamos trabajar más en tratamientos del dolor o en construir residencias para cuidar intensivamente a enfermos terminales". González Barón no ve positiva la eutanasia: "siempre, siempre puede hacerse algo".

El estadounidense Timothy Quill, del Genesee Hospital de Nueva York, también cree que la eutanasia "es el último, último, último recurso", y se opone al doctor suicidio, Kevorkian: "Le encantan los medios de información, y él a ellos, pero sus soluciones tecnológicas a problemas complejos me aterran, me aterra que alguien muera en una furgoneta sin siquiera ver al médico que acaba con su vida". Quill, sin embargo, recalca que el enfermo "tiene derecho a que el médico le escuche cuando dice que quiere morir". Aboga por paliar el, dolor y por un total contacto de médico y enfermo, pero ve dificil el futuro: "Como lo paliativo es caro, los sectores fundamentalistas, con todo su poderío, intentan ahorrar dinero".

Daniel Callahan, presidente del Hastings Center de Nueva York, tampoco es partidario de la eutanasia, pero por otras razones: "Nos hemos autoconvencido de que estamos en guerra contra la muerte. Como siempre nos derrota, tratamos de verla como un fracaso nuestro, un accidente evitable. La medicina moderna padece la obsesión de controlar vida y muerte. Como aún morimos, y muchos malamente, hay en algunos médicos un deseo de, con la eutanasia o el suicidio asistido, ejercer un control drástico. Ello podría abrir caminos a la eutanasia involuntaria. Debemos luchar contra la muerte prematura, pero, morir de viejos es natural".

"La asistencia al moribundo es un verdadero ars morientem curandi", señala Warren T . Reich, director de Bioética en la Universidad Georgetown de Washington. "El enfermo debe ver que nos interesamos, y hasta el final, en su proceso. Se trata, realmente, de acompañar, de respetar la muerte de quien la vive, de vivirla junto a él".

"La sociedad reclama calidad de vida", resume Manuel Díaz-Rubio, presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud, "y por tanto calidad de muerte".

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