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Israel emprende en Jenín su retirada militar de Cisjordania tras 28 años de ocupación

Jenín olía ayer a pintura fresca y a sospechas fundadas. La primera ordenanza municipal de este pueblo cisjordano que comenzó ayer a sacudirse de 28 años de ocupación, militar israelí fue acabar con laspintadas de la Intifada. Las consignas de siete años de rebelión palestina desaparecieron bajo gruesas capas de pintura de color marfil. No así los temores de muchos de sus habitantes. Mientras algunos soldados israelíes. abandonaban la comisaría ycargaban escritorios, colchones y refrigeradores en un camión militar, un palestino reflexionaba en una esquina: "Se van, pero para instalarse muy cerca de aquí. Volverán cuando les dé la gana. La ocupación de Palestina continúa".

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Ése no era ciertamente el sentimiento generalizado en este pueblo agrícola de 40.000 habitantes que se ha convertido en una especie de muestrario de la aplicación del acuerdo Oslo 2, el pacto firmado por Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasir Arafat el pasado 28 de septiembre en Washington. Ese acuerdo prevé el repliegue israelí de Jenín, Tulkraem, Kalkilya, Nablus, Belén y Ramala, antes de fin de año, y, el año próximo, del centro de Hebrón, el más incandescente punto de fricción palestino-israelí en Cisjordania.En las calles de Jenín, centenares de palestinos coreaban "¡Palestina sí, Israel no!" y se encaramaban a los postes de electricidad para adornarlos con sus banderas. Desde paredes y ventanales, el retrato de Arafat se unía a la celebración con una amplia sonrisa.

Pero fue, a todas luces, un acto esencialmente simbólico. El repliegue de tropas isralíes de Jenín no ha hecho sino comenzar. Si todo sale como está planeado, el último soldado deberá abandonar el centro de Jenín hacia mediados de noviembre. En una jornada caracterizada por el simbolismo, nadie cuestionó ni se atrevió a ridiculizar la llegada de sólo cinco policías palestinos procedentes del destacamento del oasis autónomo de Jericó.

Policías palestinos

Todo lo contrario, fueron recibidos como héroes. Con el aplomo de estrellas cinematográficas, abrazaron a sus compatriotas, besaron a niños y posaron para los fotógrafos. Sólo los policías palestinos, sus superiores y, por supuesto, los israelíes, sabían que los cargadores de las armas que blandían triunfalmente en alto estaban vacíos. Israel, siempre sospechoso, se opuso a que viajaran con munición por territorio que permanece en control del Ejército de ocupación.

"Actúan como si hubieran liberado Palestina", comentó con sorna un comerciante que contemplaba filosóficamente la explosión de algarabía popular. Pero en su voz no había rencor. Al fin y al cabo, este palestino hizo su agosto vendiendo pintura de marca israelí para la obligatoria limpieza de las fachadas de Jenín, el otrora bastión de las fuerzas revolucionarias radicales que hoy inclinan la cerviz ante Arafat.

Lo que se vio ayer en Jenín ofrece una pauta de lo que va a ocurrir en las ciudades palestinas que Israel entregará a la OLP. Las expresiones de optimismo en el futuro y sobre todo la sensación de que los palestinos podrán gradualmente tomar el control de su propio destino en Cisjordania eclipsaron, al menos temporalmente, los malos augurios. A nadie parecía importarle el hecho de que, los soldados israelíes se replegarán, sólo a la entrada de Jenín. Ocuparán posiciones en la carretera de acceso y en posiciones estratégicas en las colinas que dominan los cuatro asentamientos judíos de la vecindad de Jenín. "Por lo menos ya no los veremos todos los días moredoeando por nuestro mercado", declaró el joven agricultor Ahmed Abu Firas.

Al caer la tarde, centenares de jóvenes palestinos que cantaban y bailaban en las calles de Jenín apedrearon a los soldados de varias patrullas israelíes.

En la euforia que se vivía ayer en Jenín nadie parecía prestar atención a los preparativos de Arafat, que incluyen el no muy discreto desplazamiento de decenas de agentes de su Servicio de Seguridad Preventiva, el batallón de matones que se ha hecho tristemente célebre persiguiendo y encarcelando a palestinos que crítican el plan de paz con Israel, comparándolo con una imperdonable claudicación. Nadie, por supuesto, estaba dispuesto a ello. Ni siquiera el conocido escritor marxista Adnán Al-Sabah, miembro del Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP). "Lo que nos queda ahora es mirar desde nuestros balcones", dijo Al-Sabah.

Arafat celebró el simbólico repliegue en Washington. Su intención, expresada en una entrevista en televisión, era clara: afianzar la idea de que la toma del control de las principales ciudades cisjordanas es el prólogo de la "liberación" de su patria. "En dos años tendremos un Estado propio, libre y soberano", dijo. Palabras parecidas aunque con intención contraria a las que utilizaron los opositores. israelíes al Gobierno de Isaac Rabin. Los colonos judíos ven en el incipiente repliegue los inconfundibles síntomas de un abandono de los principios sionistas.

[Por otra parte, en Jerusalén, el presidente del Estado de Israel, Ezer Weizman, criticó ayer duramente el acuerdo de autonomía para Cisjordania, informa Efe. A su juicio, el acuerdo entre Rabin y Arafát atenta , contra la seguridad de los colonos de los asentamientos judíos. En opinión de Weizman, el acuerdo no hubiera sido posible de no mediar el soborno por parte del Gobierno a un diputado laborista, que estaba contra el pacto pero finalmente votó a favor. Según Weizman, un coche japonés cambio el sentido de su voto.]

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