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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

González y Zerual

EN CALIDAD de presidente en ejercicio de la Unión Europea, Felipe González se entrevistó el lunes en Nueva York con el presidente argelino, Liamín Zerual. Este encuentro se hizo doblemente necesario tras la cancelación por parte del presidente argelino de su cita con el jefe del Estado francés, Jacques Chirac.Que esa suspensión tiene móviles electoralistas ante los, proximos comicios en Argelia es evidente. Pero también es imprescindible que alguien en representación de la Unión Europea comunique directamente al líder del régimen argelino lo que ya parece ser convicción común en Europa, incluida Francia, tan reticente hasta ahora. Y es la certeza de que las elecciones convocadas por Zerual no servirán sino como pretexto para un mayor derramamiento de sangre si no logra incorporar al proceso electoral a la oposición islámica.

Que los islamistas puedan ganar unos comicios en condiciones razonables de estabilidad es una posibilidad real, y sin duda puede ser un riesgo para la población laica o moderada argelina, y no se puede excluir que también para la seguridad de los países vecinos y ribereños del Mediterráneo. Pero la tragedia en Argelia ha alcanzado unas dimensiones en que las soluciones son malas o peores, y gran parte de la responsabilidad de ello recae sobre un régimen obsesionado con perpetuarse y tan activo en la violencia de esta guerra sucia como los terroristas de los Grupos Islámicos Armados (GIA). Los principios de un acuerdo para la pacificación elaborados hace meses en Roma se fueron al traste por el irredentismo de, la línea dura del Ejército y del aparato del Estado.

Por eso es importante el, mensaje que González transmitió a Zerual al asegurarle que las elecciones, tal como están planteadas hoy, no solucionan niguno de los problemas del país. Es imprescindible persuadir al poder en Argel de que sólo las negociaciones con los islarriístas, pueden crear una base para una reconciliación y una Argelia que no se convierta en foco de violen cia y conflicto para toda la región.

Chirac quizá haya salido beneficiado del desplante de Zerual. Con un activismo terrorista argelino en pleno despliegue en París desde hace muchas semanas, su encuentro con Zerual hubiera sido interpretado por la gran colonia argelina en Francia como una nueva muestra de, apoyo al régimen de Argel. Por mucho que su mensaje fuera similar al del presidente González.

Resultaría un drama difícil de explicar que a los con tinuos errores en la política exterior de Francia desde que Chirac llegó al poder se sumara ahora la miopía de apostar aún por una victoria militar. del Ejército y la policía sobre los grupos radicales islámicos y el islamismo en general. París conoce bien Argelia por motivos obvios, pero no lo ha demostrado. Ha creído poder solidarizarse con el régimen en el combate contra un movimiento, que va mucho más allá de los grupos violentos activos. Con Zerual crecido por la promesa de apoyo francés, la represión se disparó y alimentó a los grupos que hay que neutralizar para que Argelia sea un país democrático, que tenga el Gobierno que libremente elija y garantías de supervivencia para nuevas instituciones democráticas.

Por eso, González era, muy probablemente, mejor interlocutor que Chirac para ofrecer a Argel el apoyo europeo si el régimen da los pasos que demuestren que apuesta por la integración democrática, y no por la aniquilación física del enemigo. Porque esta segunda opción, además de inviable, sería catastrófica para la ya muy sufrida población argelina y para la seguridad en todo el Mediterráneo. La de Argel, la de París y la nuestra. Sólo cabe esperar que las palabras de González no hayan encontrado oídos sordos.

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