Jiang Zemin advierte a Clinton que no tolerará injerencias en la política interna de China
Horas antes de reunirse con Bill Clinton para tratar de apaciguar la tormenta de las relaciones chino-norteamericanas, el presidente Jiang Zemin, advirtió ayer, desde la tribuna de la ONU, que no va a aceptar que ningún Gobierno interfiera en los asuntos internos de su país "bajo el pretexto de la libertad, la democracia y los derechos humanos". La Casa Blanca informó después que la entrevista había sido,"muy buena, muy positiva", pero no se informó de ningún acuerdo sobre los temas que dividen a los dos países en relación con Taiwan, los derechos humanos y las pruebas nucleares.
La reunión, que se prolongó por más de dos horas, concluyó sin conferencia de prensa ni declaración conjunta de los dos presidentes. El portavoz de la Casa Blanca, Michael McCurry, informó, sin embargo, que ésta había sido "la mejor de las tres entrevistas" que han mantenido hasta la fecha Clinton y Jiang, que podrían volver a encontrarse el mes próximo en Japón. Los problemas para lograr el contexto y el lugar aduecuado para la reunión de ayer hablan por sí solos de las enormes dificultades que los dos presidentes tuvieron que afrontar en su conversación.Los chinos querían primero que Jiang fuera invitado a una visita de Estado a Washington, con cena de gala en la Casa Blanca incluida. El Gobierno norteamericano entendió que esa visita era todavía incómoda para Clinton y propusieron esta reunión de trabajo en el marco de las celebraciones del 50º aniversario de las Naciones Unidas.
Se intentó que el lugar de la reunión fuera lo más neutro y constructivo posible, y se escogió la Librería Pública de Nueva York. Pero los chinos descubrieron después que esa entidad estaba ofreciendo una exposición sobre la situación de los derechos humanos en el. mundo que incluye varias referencias a la matanza de la Plaza de Tiananmen en 1989, y se negaron a acudir a ese lugar.
La Administración norteamericana, tratando de. satisfacer a su huésped, trasladó la entrevista al complejo cultural del Lincoln Center, al que Jiang acudió finalmente, quizás sin reparar en el hecho de que la sala cinematográfica de esa institución había ofrecido hace 10 días un documental crítico para el régimen chino, sobre los sucesos de Tiananmen.
El presidente Clínton, según comentó una fuente oficial norteamericana, trata ahora de mirar por encima de esas dificultades para construir una relación de más largo plazo con la nación más poblada, del planeta y la que más perspectivas de intercambio comercial ofrece. Al margen de esta cumbre, por ejemplo, la compañía de automóviles General Motors aspira a un contrato multimillonario para la fusión con una empresa pública china que fabrica coches en Shanghai.
Bill Clinton no puede perjudicar ése y otros contratos con obstáculos políticos. Pero, al mismo tiempo, tampoco puede dañar su imagen de líder internacional ni provocar conflictos con el Congreso aceptando sin más lo argumentos chinos sobre derechos humanos. El margen e n el que se mueve el presidente norteamericano es, por tanto, muy reducido y resbaladizo.
La estrategia de futuro de la Casa Blanca con China consiste en destacar los intereses comunes -desarrollo, apertura económica, seguridad en Asia- y tratar de esconder las discreprancias -Taiwan y derechos humanos-. Taiwan es para el Gobierno chino, que reaccionó virudentamente contra la visita privada que hizo en junio pasado a Estados Unidos el presidente taiwanés, Lee Teng-hui, un asunto en el que no acepta las más mínima intromisión. "Sólo hay una China en el mundo, y Taiwan es parte inseparable del Gobierno de China", dijo ayer Jiang Zemin. "El pueblo chino", añadió, "tiene la habilidad, los recursos y la confianza para impedir cualquier interferencia y hacer la reunificación de su patria una realidad".
El presidente chino opinó que "algunos poderes, a menudo bajo el pretexto de la libertad, la democracia y los derechos humanos, interfieren en los asuntos internos de otros países, minando su unidad nacional y su armonía étnica La acusación era una clara referencia a las presiones hechas por Estados Unidos para que las reformas económicas emprendidas en China se vean acompasadas por medidas de apertura política, entre ellas la liberación de los presos de conciencia.
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