Cataluña, de puertas afuera
POR TERCERA vez desde las elecciones generales de 1993, España prepara unos comicios en clave de primarias. Después de las europeas en 1994 y de las municipales esta pasada primavera, llegan otras elecciones, las del Parlamento de Cataluña, el próximo 19 de noviembre, en lasque los ciudadanos podrán poner nota en las urnas a los comportamientos de Gobierno y de oposición.A pesar de los esfuerzos por recluir los comicios catalanes en su claustro natural, lejos de la política española, la primera lectura será para observar si se ha producido castigo electoral contra la coalición liderada por Jordi Pujol por su apoyo al Gobierno socialista, ver hasta dónde llega el voto punitivo contra el socialismo y evaluar el peso político del PP en Cataluña, en una anticipación de lo que ocurrirá más tarde, cuando José María Aznar tendrá la oportunidad de aspirar a la presidencia del Gobierno.
Las claves exclusivamente catalanas de estos comicios apenas han tenido relevancia en las primeras semanas de campaña todavía no oficial. El propio presidente de Ia Generalitat y candidato de CiU ha designado como rival suyo en la confrontación dialéctica a José María Aznar, buscando el cuerpo a cuerpo en los clásicos contenciosos entre Estado y Generalitat política lingüística, policía autonómica o corresponsabilidad fiscal, en un amago de lo que puede suceder después de las generales.
Con 16 años de gobierno a sus espaldas, un partido dócil y» una coalición todavía embridada, Pujol. encara la campaña electoral en la mejor de las posiciones. Sabe que es casi imposible subir más arriba: 46% de votos y 70 escaños, dos por encima de los 68 de la mayoría absoluta. Pero sabe también que tan sólo está en juego la comodidad de su futuro Gobierno.
Todos los otros candidatos se hallan en desventaja. El candidato socialista, el alcalde de Girona, Joaquim Nadal, porque todavía es poco conocido, por el electorado y el aparato de su partido parece empeñado en acortar su vuelo e impedir que llegue a liderar el PSC. El candidato popular, Aleix Vidal-Quadras, porque el giro catalanista propugnado por el número dos de la lista, Josep Maria Trias de Bes, desautoriza su furioso antipujolismo y le desaloja en la práctica del liderazgo popular en Cataluña. Aunque todos aspiran a morder terreno de Pujol, CiU se halla tan bien situada en el centro de la escena catalana que no es posible su derrota sin que medie una recomposición de todo el escenario, cosa que por el momento está lejos todavía en el horizonte.
La elaboración de las candidaturas ha mostrado que al inmovilismo previsible en el Gobierno le corresponde también un inmovilismo en prácticamente todos los partidos. El cambio generacional y el recambio de equipos se está revelando como una tarea ardua par a todos y tiene un buen reflejo en las listas. El número dos de CiU será el mismo que en 1992, un Maciá Alavedra desgastado, pero inevitable para Pujol. Nadal no ha podido sustraerse a las imposiciones de Josep Maria Sala,el senador encausado en el caso Filesa, que controla los hilos y listas socialistas.
Trias de Bes se ha quedado en ayunas en cuanto a las anunciadas incorporaciones sonadas de catalanistas no nacionalistas. Incluso la pequeña Esquerra Republicana ha tenido la delicadeza de situar en el último puesto de su lista por Barcelona a Carles Bonet, su último disidente.
Se encara así la campaña bajo el signo del conservadurismo partidista y con la novedad de su integración en la dinámica general de la política española, factor que puede influir en la movilización de un segmento del electorado tradicionalmente inhibido en este tipo de comicios. Estos comicios serán también la ocasión para que las urnas empiecen a definir cómo será Fa nueva etapa de relaciones y de implicación de los catalanes en la política española a partir del momento en que, como parece probable, el PP llegue a La Moncloa.
Y así, si el énfasis de todas las elecciones catalanas hasta ahora estaba en la propia política catalana -la llamada Cataluña endins (hacia dentro)-, en éstas todo se centra por el momento en el diseño de lo que será en los próximos años la política de Cataluña enfora (hacia fuera).
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