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Los republicanos critican a Farrakhan y Clinton tras la marcha a Washington

Antonio Caño

El lunes marcharon los negros, y ayer los republicanos salieron en defensa de los blancos. Los principales dirigentes del Partido Conservador criticaron al líder de la manifestación celebrada en Washington, Louis Farrakhan, por propagar un mensaje de división, y al presidente Bill Clinton por no denunciar categóricamente al predicador musulmán y por haber aceptado que existe racismo en Estados Unidos.

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Una nación dividida

"Estoy sorprendido y desalentado de que el presidente Clinton no tuviese el coraje moral de denunciar a Louis Farrakhan por su nombre", declaró el principal candidato republicano a la presidencia, Rob Dole. "Farrakhan es un racista y un antisemita trastornado por el odio. No tiene sitio en la vida pública norteamericana, y todos los que tenemos posiciones dirigentes hemos de decirlo así. También lamento la implicación hecha por el presidente de Estados Unidos de que la nuestra es una nación racista".Bill Clinton había hecho una alusión el lunes a Farrakhan como un hombre de "mala voluntad", pero no lo mencionó por su, nombre. Al mismo tiempo, el presidente criticó la actuación de ciertos policías blancos contra los negros y admitió que "los negros tienen razón" cuando se quejan de algunas condiciones de discriminación en las que viven.

El presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, advirtió que todo el país está "obligado a reflexionar" sobre el hecho de que "un notorio antisemita" haya reunido "quizá la más grande concentración de la historia".

Según las cifras oficiales, suministradas por la policía de parques, la marcha sobre Washington reunió a 400.000 hombres negros (las mujeres estaban excluidas del acto por decisión de los convocantes), 200.000 menos que la protesta contra la guerra de Vietnam en 1968, pero 150.000 más que el discurso de Martin Luther King en 1963. Los organizadores de la manifestación dijeron, haber reunido en la explanada del Capitolio a más de un millón y medio de personas.

La marcha, y sobre todo el discurso de Farrakhan, alimentaron el conflicto que desde hace años enfrenta a negros y judíos. Abraham. Foxman, presidente de la Liga Antidifámación, que vigila el comportamiento de los movimientos extremistas, y que alcanzó notoriedad por su denuncia de las milicias de ultraderecha, afirmó que las palabras de Farrakhan no contribuyen al diálogo entre los dos grupos. "Fue una mezcla de religión, metafísica, razón, emoción, psicología y política. Hubo momentos de verdadero mensaje espiritual y momentos de demagogia amenazante", opinó.

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Pese a que en un momento de su intervención de casi dos horas y media de duración Farrakhan tendió una mano hacia la "reconciliación" con los judíos a los que días antes había llamado "chupasangres"-, representantes de esa comunidad han afirmado que el diálogo no será posible hasta que el, presidente de la Nación del Islam pida públicamente disculpas por sus repetidas ofensas. "Por el momento, no vemos ninguna posibilidad de encuentro". declaró un portavoz del Comité Judío Americano.

Entre los dirigentes negros, sin embargo, incluso entre los más moderados, la marcha sobre Washington representó un punto de partida para la solución de los problemas que afectan a esa minoría, el 12% de la población de EE UU.

El reverendo Benjamin Chavis que fue el principal organizador de la manifestación, dijo que "la medida del éxito de "la marcha se tendrá si el crimen entre negros desciende, si la adicción a las drogas se reduce, si la educación se incrementa y si la atención de los hombres negros a sus familias crece".

John Lewis, un congresista de Georgia que en el pasado tuvo gran relevancia en el movimiento negro, pero que marcó distancias con la marcha de Washington, consideré que Farrakhan había hablado como un líder de "toda la comunidad afroamericana" y que sus palabras habían sido "alentadoras".

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