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Sarah BaIabagan se libra de la muerte tras ceder sus denunciantes a cambio de dinero

Once mujeres, decapitadas por la Justicia islámica tras juicios sin abogado defensor

La empleada doméstica filipina de 16 años, Sarah Balabagan, ha escapado a la muerte. La familia de su patrón, al que mató porque, según dijo, la había violado, renunció ayer a pedir la pena capital a cambio de recibir 5,2 millones de pesetas. Conforme a la ley islámica, el tribunal de los Emiratos Árabes Unidos deberá ahora conmutar esta pena por otra de prisión. En los Estados del golfo Arábigo, al menos 12 mujeres han sido ajusticiadas, después de un juicio islámico, la mayoría de las veces sin abogado defensor; casi todas ellas en Arabia Saudí decapitándolas en público con una espada.

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La familia de Almas Mohammed al-Baloushi ha renunciado a pedir la muerte para Sarah, al parecer tras oír las recomendaciones del presidente de los Emiratos Arabes Unidos, Sheikh Zaid Bin Sultan al-Nahayan, "de acuerdo con la tradición de tolerancia del Islam". Según fuentes oficiales de los Emiratos: "Aquel que perdona a otro en el Islam es recompensado por Dios". La familia Baloushi ha aceptado una compensación en la tierra de 5,2 millones de pesetas, la dyah, prevista por la ley islámica para casos de muerte, que deberán pagar los parientes de Sarali Balabagán. Los balaoushi han declarado, sin embargo, que esta cantidad se destinará a obras de beneficencia.La mayoría de las últimas ejecuciones en los países del golfo Arábigo se mantuvieron en secreto -salvo para los espectadores- por miedo a la reacción de la opinión pública en Occidente, y se produjeron después de juicios injustos en los que frecuentemente se denegó a las mujeres un abogado defensor. Entre los casos más espeluznantes de los últimos tres años está el de una mujer y su hija que el pasado agosto fueron decapitadas juntas en un mercado de Datiran, ante un público compuesto por hombres, por haber matado supuestamente al marido de la mayor de las mujeres.

Sin advertencias

En la mayoría de las ocasiones, las condenadas -entre las que figuran no sólo saudíes, sino ciudadanas de Filipinas, Sri Lanka, Nigeria, Indonesia y Pakistán- fueron sacadas de la cárcel para ser decapitadas sin advertirlas de que iban a encontrar la muerte. En 1993, en la ciudad costera saudí de Dammam, una filipina cristiana acusada de matar a su patrón y a la familia de éste fue arrastrada hasta una plaza pública y obligada a arrodillarse en el suelo, donde su verdugo -un hombre- le arrancó el pañuelo de la cabeza antes de decapitarla con una espada.En el emirato de Ras Al Kaimar, el pasado abril, una muchacha de Sri Lanka lloraba en el patio de la prisión antes de que un pelotón de fusilamiento compuesto por siete hombres la ejecutase por el asesinato del hijo de su patrón, un crimen que -según dijo a sus compañeras de prisión- nunca había cometido. La joven tenía 19 años.

La naturaleza de los juicios islámicos y los métodos crueles de ejecución ponen en tela de juiciola moralidad del apoyo político y militar de Occidente a Arabia Saudí y a otros Estados del Golfo, cuyos valores supuestamente civilizados defendieron 500.000 soldados de EE UU y otras naciones occidentales tras la invasión de Kuwait por Irak en 1990. Sin embargo, ni una sola embajada occidental ha protestado -que se sepa- por la decapitación de mujeres, ni por la aplicación cada vez más feroz del castigo con latigazos a cientos de trabajadoras extranjeras en el Golfo por presuntas faltas.

El número cada vez mayor de mujeres decapitadas en Arabia Saudí -seis este año- ha conmocionado incluso a saudíes, que suelen mostrarse conservadores. "La mayoría de la gente acepta la ley tradicional de la sharia, pero los principios de la ejecución están en duda", declara un intelectual islamista saudí. "Nadie puede mostrar ningún pasaje del Corán que diga que la única forma de ejecutar a la gente sea la decapitación: eso es una antigua tradición tribal de los neidi, y no tiene nada que ver con el islam. El temor a una crisis de seguridad está llevando a nuestros gobernantes a pasar por la espada a las mujeres y no sólo a los hombres", añade. En lo que va de año ha habido 182 ejecuciones públicas en Arabia Saudí.

De las 12 mujeres que se sabe que han sido ejecutadas en el Golfo en los últimos 32 meses, 10 fueron ajusticiadas por supuesto asesinato, cuatro por matar a sus maridos, una por matar a su padre, una por matar a una hijastra, dos por matar a sus patrones y tres por delitos relacionados con drogas. Una mujer de nacionalidad saudí llamada Fátima bint Abdullah fue decapitada públicamente el 27 de marzo de 1995 por regentar presuntamente un burdel y "mascar qat ", una hoja de Yemen que contiene una droga poco potente. Según una fuente saudí, fue el qat, más que el hecho de regentar un burdel, lo que llevó al tribunal islámico a condenar a muerte a Fátima.

Los cuerpos de las extranjeras decapitadas en Arabia Saudí nunca han sido repatriados a sus países: las autoridades se niegan sistemáticamente a responder a peticiones en ese sentido.

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