Pasodoble-jota para El Tato
PAU NADAL Julio Mengod ha compuesto para El Tato un hermoso y muy oportunamente contrastado pasodoble-jota, que se ha estrenado en esta feria y que es un auténtico acierto. No en vano el diestro maño ha conseguido aunar en su toreo la reciedumbre de su tierra con el inconfundible aire de los más hondos diestros del Sur. Así lo demostró en este quinto festejo de la feria pilarista, en el que hizo lo mejor de la tarde. A pesar de ello, su suerte de colocarse en un cartel, de figuras se convirtió en su desgracia, porque la corrida no sirvió. Un desfile tal de reses que no cumplen con su obligación de embestir y tenerse en pie, ya viene siendo, por desgracia, habitual.
A manos de El Tato fue a parar el toro más aceptable de la tardé, el noble, aunque también flojo, tercero, al que llevó a los medios, le dio distancia y lo templó en un muleteo de mucha verdad, con remates muy toreros. Salió muy decidido a entendérselas con el sexto y el saludo fue de lo más vibrante y vistoso, con dos largas afaroladas de rodillas, lances del delantal y media verónica, también de hinojos. La faena la comenzó en el platillo con muy buen aire, pero el astado fue poniéndose a la defensiva por su falta de fuerzas y ahí se produjeron algunos enganchones. A este toro lo habían banderilleado de forma muy brillante Carlos Casanova y Manolo Rubio, que tuvieron que desmonterarse.
Guateles / Litri, Jesulín, Tato
Cuatro toros de Los Guateles y dos, 1º y 6º, de Jandilla, flojísimos, descastados y exhaustos en el último tercio.Litri: aplausos y silencio tras aviso. Jesulín de Ubrique: aplausos tras aviso y ovación tras aviso. El Tato: oreja y ovación. Plaza de Zaragoza, 11 de octubre. Quinta de feria. Lleno.
Litri se las vio, en primer lugar, con un noblón Jandilla, que llegó al último tercio más muerto que vivo. Lo muleteó con un cierto, regusto, pero el público, lógicamente, no se lo tuvo en cuenta, porque allí no había emoción alguna. En la faena al cuarto, aunque comenzó muy templado con la diestra, este otro casi cadáver que tenía enfrente no le permitió acabar de hacer honor al brindis.
Se supone que a Jesulín de Ubrique se le habrán quitado las ganas de matar más corridas de Los Guateles. Dos de esta ganadería le correspondieron al de Ubrique y ninguno de ellos le propició el triunfo. Al segundo lo templó a media altura, con mucho mimo, en un terreno que él no frecuenta, los medios, refugiándose después, cuando el animal ya no podía con. el rabo, en un toreo de cercanías. En el quinto, el trasteo fue de menos a más, volviendo a templar las embestidas, aunque sin poder bajar mucho la mano.
Babelia
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