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La segunda prueba nuclear francesa reaviva las protestas internacionales

Enric González

La segunda prueba nuclear francesa en el Pacífico sur reavivó ayer las quejas de numerosos países. Japón, Estados Unidos, Rusia, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur, entre otros, condenaron la explosión de una bomba atómica de 100 kilotones, cinco veces más destructiva que la de Hiroshima. El primer ministro Alain Juppé respondió que las Protestas internacionales no harían "cambiar una coma" del programa de pruebas nucleares. El ensayo subterráneo se efectuó en esta ocasión en el atolón de Fangataufa, a unos 50 kilómetros de Mururoa, y fue probablemente el más potente de la serie de seis o siete anunciada por Francia.

Como tras la primera prueba, el pasado 5 de septiembre, el Gobierno de París se mostró sordo a todas las críticas. Una vez rota la moratoria y anunciado un programa "final" de ocho explosiones, reducido luego a "seis o siete", por el presidente Jacques Chirac, dar marcha atrás supondría un descrédito completo. Y el dúo Chirac-Juppé ya es lo bastante impopular por otras razones -paro, corrupción, marginación- como para batirse en retirada en un asunto que, como el nuclear, no es demasiado criticado por la opinión pública nacional.El Gobierno francés actuó esta vez con toda cautela. Comenzó por abordar el velero, Manutea, el último barco de Greenpeace presente frente a las costas de Mururoa, pese a que la nave no había cruzado el límite de las 12 millas. La Marina francesa se valió del mismo argumento legal utilizado un mes atrás para hacerse con el MV Greenpeace. Si en aquella ocasión un helicóptero basado a bordó había entrado en aguas territoriales, en esta ocasión fue una simple canoa.

Libres de la presencia de la organización ecologista internacional, las autoridades de París tomaron una segunda precaución: realizaron la prueba en pleno mediodía del domingo (0.30 del lunes en España), una jornada absolutamente inactiva y de carácter sagrado en Polinesia. Los 800 gendarmes enviados a Papetee y Faa'a no tuvieron que enfrentarse, como tras la primera explosión, a una reacción popular violenta. Las dos principales ciudades de Tahití permanecieron en calma, al menos en un primer momento.

Para la potente bomba de Fangataufa no hubo ruedas de prensa ni cámaras de televisión, sólo un escueto comunicado según el cual la prueba "estaba destinada a garantizar en el futuro la seguridad y la fiabilidad de las armas". Esta explosión sirvió en realidad para probar la cabeza nuclear TN 75, que a partir del año próximo cargarán los misiles a bordo de los cinco submarinos estratégicos franceses. Cada misil dispondrá de seis cabezas, lo que representa una capacidad destructiva 30 veces superior a la de la bomba de Hiroshima.

EE UU deplora los ensayos

Estados Unidos deploró la explosión y exhortó a Francia a "abstenerse de nuevas pruebas". El portavoz de la Casa Blanca, Mike MucCurry, dijo ayer que la Administración norteamericana se muestra particularmente "inquieta" por las actividades nucleares de Francia. Los grupos ecologistas del país consideran insuficiente la reacción oficial de Washington e instan a Clinton a que anule la visita que el presidente francés tiene previsto realizar próximamente a la capital federal. La reacción fue similar en Rusia. "Es difícil expresar con palabras mi profundo sentimiento de frustración. Francia se burla de la opinión internacional", declaró el primer ministro neozelandés, Jim Bolger. El primer ministro australiano, Paul Keating, calificó la prueba francesa de "patada en las narices de la opinión internacional". Ambos países del Pacífico convocaron inmediatamente a los respectivos embajadores de Francia para transmitirles una protesta formal. Por su parte, el primer ministro de Papúa Nueva Guinea, Julius Chan, anunció ante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, que el Foro del Pacífico Sur, plataforma que agrupa a 16 naciones de la región, incluidas Australia y Nueva Zelanda, ha decidido. suspender todos los contactos diplomáticos con Francia.También se irritó el Gobierno japonés, que anoche sopesaba la posibilidad de retirar temporalmente su embajador en París. "Estudiamos cuál debe ser nuestra respuesta", anunció en Tokio el primer ministro Tomiichi Murayama, para quien la prueba era absolutamente lamentable".

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Las vibraciones de la segunda explosión nuclear francesa llegaron hasta Luxemburgo, donde se reunía el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE, informa Xavier Vidal-Folch desde Luxemburgo. El presidente de la Comisión, Jacques Santer, "lamentó" que la prueba se hubiera realizado "sin haber esperado" a que se conocieran los resultados del estudio sobre el impacto medioambiental del Ejecutivo comunitario.

Este trabajo fue iniciado el pasado día 17 por un equipo técnico de Bruselas, que regresó el mismo domingo y todavía no ha publicado sus conclusiones. La decepción de Santer obedece a que él, personalmente, había pedido a Chirac que aplazase la realización de otros ensayos hasta que se conociera el resultado del trabajo. La Comisión también deploraba ayer la "falta de cooperación" de las autoridades francesas con el equipo técnico encargado del estudio.

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