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VIOLENCIA EN EL PAIS VASCO

"Aténte a las consecuencias".

El corazón te da un vuelco cuando ves las siglas al final de la cara, pero lo que ya no consigues quitarte de cabeza es el párrafo ese que dice que, en caso contario, tendrás que atenerte a las consecuencias dolorosas que tu decisión te puede acarrear".El número exacto de ciudadanos vascos que viven estos días agobiados bajo el peso de la amenaza es una incógnita que sólo conoce ETA, aunque no es nada aventurado imaginar a un centenar de empresarios y profesionales angustiados a la vista del "último aviso" terrorista.

Una veintena larga de extorsionados ha optado ya por presentar el escrito al consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa. Otros muchos no harán ni una cosa ni otra. Seguirán rumiando el secreto sin comunicárselo a nadie y menos que nadie a su familia porque ya se sabe que el miedo es doblemente devastador cuando se propaga por los entornos afectivos de la víctima.

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Aunque la esperaban, la temían más bien, la carta de ETA no ha dejado de cogerles de improviso, ya que, con el tiempo, quien más, quien menos, va aferrándose a la esperanza de creer que sus temores eran exagerados, una pesadilla que se desvanece al contacto con la normalidad cotidiana. En octubre de 1994, todos ellos recibieron aquella primera misiva: "A tal efecto, ponemos en su conocimiento nuestra decisión de exigirle una contribución económica obligatoria e inapelable en concepto de aporte financiero a fin de hacer frente a las numerosas necesidades que dicho proceso genera".

Desde entonces, hace ya un año, han vivido la sensación de estar tocados por el dedo amenazante de ETA, experimentado el desasosiego de la amenaza, la impresión de tener una grave deuda pendiente, vigilantes ante los movimientos extraños, preocupados en ser los primeros de la familia en abrir el buzón del correo

Para quienes sucumben se inicia un trabajoso peregrinar. Al contrario que años atrás, cuando los recaudadores de ETA ejercían su papel detrás de unas cervezas, cómodamente instalados en la mesa de determinadas cafeterías de San Juan de Luz, Biarritz o Bayona, el contacto con los extorsionadores es ahora sumamente complicado y tampoco existen días asignados al pago.

Los abogacios de HB, los sindicalistas de LAB, han salido escaldados de los procesamientos judiciales por colaboración en el chantaje. Así que los extorsionados dispuestos, muy pocos, cada vez menos, según la policía, deben ahora tocar muchas más teclas, susurrar sus buenos propósitos en muchas más instancias, para conseguir que el mensaje llegue a oídos de los chantajistas.

Después del largo peregrinaje llegarán las llamadas telefónicas, las falsas citas para confirmar la sincera disposición de la víctima, los movimientos de una red envolvente hasta lograr que el pagano quede atrapado en la negociación del precio.

Obviamente, la nueva remesa de cartas trata de capitalizar el secuestro de José María Aldaya, recordar a los extorsionados que ETA puede efectivamente materializar la amenaza contenida en ellas y que nadie esta libre de poder ser confinado en el "agujero". Claro está que, en una de esas poses que acostumbra a adoptar cuando el juego le favorece, HB ha protestado indignada por el hecho de que la "campaña del impuesto revolucionario" haya sido interpretada como un chantaje de ETA. "Las denuncias", ha proclamado, "pretenden desnaturalizar el carácter político de la práctica armada".

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