Cursi melodrama rural
Durante una irregular carrera que se retuerce a lo largo de 40 años, el mexicano Alfonso Arau llega a ser un mediocre actor secundario de producciones tanto mexicanas como norteamericanas, a pesar de que algunas están dirigidas por nombres tan conocidos como Sam Peckinpah o Robert Zemeckis. Desde mediados de los años sesenta también desarrolla una carrera paralela como realizador, con títulos tan desiguales como Calzoncín inspector (1973) o la famosa Mojado power (1979).Tras este desigual periplo, en 1991 Alfonso Arau rueda Como agua para chocolate, basada en la novela homónima de su entonces mujer Laura Esquivel, que también escribe el guión. Y por motivos difíciles de explicar se convierte, en una versión bastante más corta que la original, en un gran éxito de público tanto en Europa, como sobre todo en Estados Unidos.
A walk in the clouds
Director: Alfonso Arau. Guionistas: Robert Mark Karnen, Mark Miller, Harvey Weitzman. Fotografía: Ernmanuel Lubezki. Música: Maurice Jarre. Estados Unidos, 1994.Intérpretes: Keanu Reeves, Aitana Sánchez Gijón, Anthony Quinn, Giancarlo Giannini. Estreno en Madrid: Palacio de la Música, Amaya, Tívoli, Juan de Austria, Acteón, La Vaguada, Real Cinema, Ciudad Lineal, Albufera, Colombia, Aluche, Ideal (versión original subtitulada).
Esto le da plena libertad para hacer su siguiente película, Un paseo por las nubes, directamente rodada en inglés y con un amplio presupuesto, que tampoco se ve mucho en la pantalla. Lo curioso es que decide hacer una nueva versión de Cuatro pasos por las nubes (1942), una interesante comedia de costumbres con la que el director Alessandro Blasetti, sobre un guión donde está muy clara la mano de Cesare Zavattini, sienta las bases del movimiento neorrealista en plena II Guerra Mundial, al final del denominado ventennio nero, la etapa fascista.
Si Alfonso Arau no era el director apropiado para Como agua para chocolate, si otro más dotado hubiese conseguido mejores resultados con el mismo guión, pero posiblemente no tanto éxito, con Un paseo por las nubes ocurre algo similar. A pesar de su admiración por la película de Blasetti, que le lleva a dedicar la suya al productor italiano Giuseppe Amato, Alfonso Arau no sabe controlar la historia que tiene entre las manos, y el resultado es un aburrido y cursilón melodrama rural.
En ningún momento llega a despertar el interés por la gran familia de viticultores de hondas raíces hispánicas, llena de mujeres, comida y ceremonias medio paganas, en torno a la que gira la acción. En buena parte se debe a la excesiva internacionalidad del reparto, donde, frente al hierático norteamericano Keanu Reeves, el desraizado mexicano Anthony Quinn y el incontrolado italiano Giancarlo Giannini, destaca una Aitana Sánchez Gijón más bella y menos fría que nunca.
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