"Hemos perdido los complejos"
Antonio Sáenz de Miera cree que, aunque sea "modestamente", las fundaciones como la que dirige desde 1973 han contribuido a la construcción de Europa mediante el fomento de los intercambios estudiantiles entre universidades y empresas del continente. Desde la perspectiva de sus 60 años, afirma que la adhesión española no surgió de la nada: "Quiero reivindicar el papel, cuando menos importante, de mi generación. Para nosotros era una referencia vaga, aunque iluminadora de por dónde tenía que discurrir este país". Doctor en Derecho, desde hace dos años preside el Club de La Haya de fundaciones europeas.Pregunta. Han trascurrido 10 años desde la adhesión, ¿cómo ha evolucionado la actitud de los españoles hacia la UE?
Respuesta. Hemos perdido los complejos y tenemos una idea mucho más realista de dónde estamos. Sabemos lo que puede dar de sí Europa. Antes sólo veíamos aquellos aspectos que nos parecían más necesarios y nos deslumbraban y no otras sombras que podían aparecer, como, de hecho, ha ocurrido. El euroescepticismo de ahora es un problema de madurez, somos mayores. Ya nos consideramos de igual a igual. Este proceso de acercamiento ha sido muy positivo. Ha producido una modernización en muchos aspectos de este país que era absolutamente necesaria.
P. ¿Qué podemos ofrecer los españoles a Europa?
R. Lo que somos: un país cada vez más moderno. Por ejemplo, las fundaciones se han desarrollado mucho más en España que en otros países, aunque en algunos campos estemos en el vagón de cola. Durante algunos años hemos aportado un mayor entusiasmo. Veíamos que la adhesión facilitaba la solución de algunos problemas que teníamos en el país, como el de las nacionalidades históricas, que en el con junto europeo quedaba muy diluido. Al mismo tiempo teníamos el entusiasmo de la recuperación de las libertades y de una serie de cosas que estábamos buscando desde hace algún tiempo.
P. Ustedes, desde la fundación, hicieron una apuesta por el europeísmo.
R. Por supuesto, trabajamos para que los estudiantes hicieran prácticas en las empresas, lo que el programa de intercambio Commett representa a nivel europeo. La fundación ha tenido relaciones con Europa continuamente.
P. Estos programas son cada vez más accesibles, ¿cómo ha influido en el nivel de competitividad de los españoles, ahora que desaparecen las fronteras?
R. El que nuestros jóvenes se hayan movido cada vez con más facilidad fuera de nuestras fronteras es fundamental. Reconozco que ahora hay un problema de empleo, pero Europa tiene que estar en el horizonte de nuestros universitarios. Con 20 años estuve tres meses en un campo de trabajo en Alemania arreglando tumbas de los muertos en la Primera Guerra Mundial. Fue mi primera experiencia europea. Eso que nosotros hacíamos con más esfuerzo empieza ahora a ser más normal.
P. Existe la crítica de que los programas de intercambio europeos son un laberinto burocrático para conseguir las becas e incluso para informarse.
R. No es verdad, y desde luego, es un laberinto mucho menor que ir a lavar platos a restaurantes de Londres. Pero creo que la Europa de los ciudadanos tiene que avanzar. Hay que fomentar un menor papel de la Administración en el futuro.
P. ¿Reducir esa máquina burocrática que tanto asusta a los ciudadanos?
R. Es imposible crear Europa sin un mínimo de máquina. Lo que hace falta es que funcione bien y se dedique a estos intercambios que están fomentando un mayor conocimiento mutuo entre los europeos y van creando, muy paulatinamente, una mayor conciencia de Europa en los jóvenes.
P. ¿Qué opina de la posible ampliación de la UE hacia el Este?
R. Me parece fundamental. Creo que Europa tiene que ser una idea abierta que no se puede concebir sin los países del Este y lo que representan. Una de las formas de que estos países entren en el club de Europa es que previamente encajen en los ámbitos culturales, entre los cuales está el de las fundaciones. La Unión Europea debe continuar con su esfuerzo y, al mismo tiempo, la sociedad europea debe asumir hasta qué punto estas adhesiones son fundamentales para el futuro. Podemos recibir de ellos muchas experiencias.
P. ¿Cuál es el papel de la fundaciones en la construcción europea?
R. Puede ser fundamental porque están más cerca de la sociedad civil, de los problemas, además están al margen de lo problemas políticos y burocráticos. Hay que llevar el principio de subsidiariedad a la práctica con todas sus consecuencias. Es decir, lo que pueda hacer la gente concreta o la sociedad que no lo haga la UE, ni el país en que esté.
P. Europa es también un cúmulo de contradicciones.
R. Como presidente de la sociedad de Amigos de Guadarrama, lo cual puede parecer anecdótico, me preocupa que no se mantenga el paisaje, que es cultura, vida, tradición... Hay que reclamar estas cosas que a los eurócratas se les ha olvidado mantener porque no están dentro de los parajes económicos.
P. Tanto mirar a Europa, ¿cree que hemos descuidado a Latinoamérica?
R. Cuanto más europeos seamos, mejor podremos cumplir nuestro papel en América. Si somos capaces de traducir la cultura iberoamericana a Europa, estamos haciendo un papel histórico fundamental.
P. ¿Cuál cree usted que es la posición de España en la llamada Europa de dos velocidades?
R. España tiene que preocuparse de lo que realmente es, no de ser más. Si hay innovación, creatividad y modernizamos nuestras estructuras, estaremos en el lugar que nos corresponda.
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