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Entrevista:

"Volvere a China, nadie podrá impedirlo"

Antonio Caño

Durante tres días hubo que perseguir telefónicamente a Harry Wu por diferentes números en Londres, Los Ángeles, Nueva York y Boston, donde el famoso activista chino (aunque, de nacionalidad norteamericana), recién liberado por las autoridades de su país, hizo, por fin, un alto en su intensa campaña de denuncia para conversar con EL PAÍS. Desde su expulsión de China el pasado 25 de agosto, Harry Wu, de 58 años, ha prometido dedicar todos sus esfuerzos a desenmascarar la verdadera naturaleza del régimen de Pekín. Su detención durante 66 días coincidió con el momento más delicado en las relaciones entre China y Estados Unidos. Wu, que había pasado 19 años en campos de trabajo antes de llegar por primera vez a territorio norteamericano en 1985, quiere tomarse ahora algún tiempo para estar con su familia en California, pero asegura que volverá a China muy pronto.Pregunta. ¿Qué experiencia ha supuesto para usted esta nueva detención, ahora ya convertido en una celebridad mundial?

Respuesta. Comprobé que mi país está fuera de la ley. Todo mi caso fue un montaje. La primera mentira fue la de considerarme un preso común cuando todo el mundo sabe que se trataba de una detención política. Mi conclusión fue clara: estaba tratando con unos mentirosos; me mintieron a mí, se mienten ellos mismos, mienten a la población. Mintieron desde las primeras horas, cuando me detuvieron en la frontera, con mi computadora. Yo les dije: soy un ciudadano norteamericano y quiero hacer una llamada para avisar a mi Embajada. Ellos me contestaron: "No, no tenemos teléfono de larga distancia aquí". Durante 19 días estuve sin poder comunicarme con mi Embajada y sin recibir ninguna explicación sobre por qué estaba allí. Me quitaron todas mis pertenencias, Ni siquiera podía afeitarme.

P. ¿Qué es lo que querían saber de usted?

R. Ellos ya sabían todo lo que yo había hecho. Y sabían también que yo no les daría ninguna otra información adicional. Me preguntaban sobre cuál era el propósito de mi visita, sobre qué contactos tenía yo, sobre mi fundación en Estados Unidos... Y yo sólo les contestaba: "Lo siento, no tengo nada que decirles". Me preguntaron también sobre los sitios donde había estado antes trabajando para la CBS y la BBC.

P. ¿Le ofrecieron alguna clase de compromiso?

R. No.

P. Pero usted, finalmente, se confesó culpable por voluntad propia.

R. Esta no es la primera vez que hago una confesión. Si las autoridades chinas quieren enseñar los archivos, desde 1967 verán que he hecho muchas confesiones. Ésa es la forma de sobrevivir en el sistema judicial chino. Ellos están felices al verte confesar, consideran la confesión un castigo en sí mismo.

P. ¿Usted cree haber violado las leyes chinas?

R. Quiero dejar esto claro. Sí, realmente violé las leyes chinas. Admito haber violado las leyes chinas y merezco el castigo correspondiente. Como suelo decir, si Estados Unidos tiene un límite de velocidad de 55 millas por hora, y China de 40 millas por hora, cuando conduzco a 50 por hora en China estoy violando la ley. Pero debe decir que estoy muy orgulloso de violar las leyes chinas, porque son leyes comunistas. La ley de China es inhumana, debe ser cambiada.

P. ¿Cuál es la situación actual en los campos de trabajo?

R. En términos generales es la misma que en los años cincuenta, los sesenta y los setenta. La mayoría de los presos son considerados presos comunes, pero todo el sistema es un mecanismo depresión de la dictadura, está pensado como instrumento para mantener el sistema autocrático. Es lo que en chino llamamos laogai (campos de trabajo). Está pensado para reprimir a los llamados contrarrevolucionarios y devolverlos a la sociedad corregidos. Antes de salir tienes que renunciar a tu religión, a tus ideas políticas, a todo lo que te pertenece, y demostrar arrepentimiento.

P. ¿Cuántos presos políticos hay actualmente en China?

R. Es difícil saberlo, porque la mayoría de los activistas de derechos humanos están detenidos como presos comunes.

P. ¿Cree usted que la política actual de Estados Unidos hacia China es correcta?

R. En los años ochenta, muchos, tanto en China como en Estados Unidos, apoyaron la política aperturista de las autoridades chinas. La matanza de Tianahmen le dio a todo el mundo una visión muy distinta: se comprobó que el régimen comunista estaba firme y no tenía intención de claudicar. Ahora hay una gran confusión sobre cómo relacionarse con China. Mucha gente piensa: sí el sistema comunista sobrevive y China se convierte en una superpotencia, ¿qué podemos hacer? Ésta es una duda que nadie ha sido capaz de responder desde hace algunos años. Pero creo que está claro que Estados Unidos necesita una nueva política- hacia China.

P. ¿Una política similar a la que tuvo hacia la antigua Unión Soviética tal vez?

R. Probablemente muy similar. Porque el régimen de China es de la misma naturaleza que el de la Unión Soviética.

P. ¿Qué opina del viaje de Hillary Clinton a Pekín?.

R. Ella merece todos mis respetos. Ella dijo que éste es el momento de romper el silencio sobre los abusos de los derechos humanos en China. No condenó específicamente el sistema de laogai, pero sí condenó los métodos que se emplean en los laogai.

P. ¿Cómo predice usted el futuro de China tras la muerte de Deng Xiaoping?

R. China está cambiando muy rápidamente, independientemente de que Deng Xiaoping viva o muera. Por supuesto que Deng ha podido jugar un papel de integración en un determinado momento, pero los cambios en China no dependen de él, y los cambios se están produciendo vertiginosamente. Pero quiero advertir que, al margen de lo que le ocurra a Deng, incluso al margen de que el régimen comunista colapse, los cambios no significan que China se vaya a convertir en una sociedad democrática. Tenemos toda-vía un largo camino por recorrer, y cualquier cosa puede pasar, una guerra civil, hambruna, desorden social... cualquier cosa puede suceder.

P. ¿Cree usted que el comunismo chino puede desmoronarse como en la Unión Soviética?

R. Podría ser.

P. ¿Cuando?

R. Es muy difícil. Quizás tres años, cinco años... Es muy difícil. Lo que es cierto es que todos los factores están a favor del capitalismo.

P. ¿Piensa usted regresar a China?

R. Por el momento no puedo, porque no tengo visado. Las autoridades chinas me advirtieron que, si vuelvo, me condenarán a 15 años de cárcel., Pero quiero dejarlo muy claro: volveré a China, nadie podrá impedirlo, el derecho a querer a mi Patria es un derecho que me corresponde a mi, no al Gobierno de Pekín. No podemos elegir nuestra patria, pero sí podemos elegir nuestro Gobierno. La segunda razón por la que pienso regresar es porque pretendo seguir trabajando en la denuncia de los campos de trabajo en China, y para ello tengo que ir allí, seguir investigando y hablando con los supervivientes.

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