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HACIA LA PAZ EN LOS BALCANES

Clinton planea con Holbrooke la estrategia para el reparto de Bosnia

Antonio Caño

ANTONIO CAÑO, El presidente estadounidense, Bill Clinton, se reunió ayer con la nueva estrella de su política exterior, Richard Holbrooke, para aprovechar impulso ganado la pasada semana y preparar nueva ronda de conversaciones sobre Bosnia, en la que EE UU quiere empezar a discutir aspectos concretos de reparto territorial. Clinton pretende, que Holbrooke regrese mañana mismo a la zona con nuevas ideas en la cartera.

Por primera vez en mucho tiempo, una reunión sobre Bosnia en la Casa Blanca -el encuentro estaba previsto a última hora de la noche, después de un viaje de Clinton a Illinois- se celebra en un ambiente optimista, no triunfalista, pero sí con la sensación de que las cosas van marchando, por el buen camino. EE UU ha tomado, por fin, la iniciativa, y el plan de la Administración norteamericana comienza a obtener resultados. El más llamativo fue el acuerdo firmado la pasada semana en Ginebra por todas las partes involucradas en el conflicto.Bill Clinton intenta ahora aprovechar ese triunfo para establecer un proceso perimanente de negociación al estilo del que el secretario de Estado, Warren Christopher, conduce en Oriente Próximo, donde no todo está solucionado, pero se avanza hacia la paz.

Washington tiene en estos momentos una política clara en Bosnia. Sentadas en Ginebra las bases para la negociación y cumplida la amenaza de actuar militarmente para detener la ofensiva serbia, lo que queda por hacer son los ajustes territoriales y políticos que permitan a serbios, croatas y musulmanes convivir en un solo Estado de Bosnia. No es, desde luego, una tarea fácil, pero existe un objetivo preciso en el horizonte.

En su labor de paz en Bosnia, EE UU tiene que mantener la atención en otros dos delicados flancos del problema: Rusia y la cohesión de la OTAN. En cuanto a Rusia, Washington trata de hacer oídos sordos a las quejas de Moscú por los bombardeos de la OTAN, al tiempo que reitera su compromiso con Rusia como "la más importante relación para EE UU", según el portavoz de la Casa Blanca, Michael McCurry.

Por lo que respecta a sus aliados europeos la Administración ha podido apreciar que las diferencias han disminuido desde que EE UU ha asumido un papel de mayor liderazgo. En el fondo es un triste mensaje para Europa: cuando, en 1993, Christopher consultó con los Gobiernos europeos sobre qué querían hacer, nada se hizo; en agosto pasado, cuando Anthony Lake volvió a Europa con un plan preciso e impuesto, todos tuvieron que seguirlo. La sensación de cohesión en la Alianza aumentó como consecuencia. Fuentes de la Adiministración han admitido que EE UU se vio obligado a actuar con mayor decisión sobre Bosnia para parar los planes de Francia, que Washington consideraba equivocados.

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