_
_
_
_

Rastrillo serrano

El segundo mercadillo de Navacerrada dobla el número de puestos

Tenedores que son pulseras, cables de teléfono que son broches, piedras preciosas pulidas, muebles de madera tallados a mano, babuchas y manoplas cosidas en cuero... Antígüedades y novedades compartieron ayer la segunda edición del rastrillo de Navacerrada (1.600 habitantes). Los 60 puestos de artesanía forman el segundo rastro más grande de la Comunidad, después del que se monta todos los domingos en los aledaños de la plaza de Cascorro en la capital.El rastrillo de Navacerrada dobló el número de puestos en una semana. Los 26 montados el día de la inauguración (3 de septiembre) crecieron ayer hasta los 60 y alcanzará los 75 para el próximo domingo. "Ha sido un éxito, tanto de puestos como de público", decía ayer entusiasmada Ángeles Samper, organizadora del rastrillo. Para Samper, su iniciativa no es comparable al rastro clásico: "Venimos a vender nuestros trastos y a pasarlo bomba. Aquí hay un ambiente, mucho más familiar y no corres el riesgo de que te roben la cartera", bromeó. Los artistas que montan los puestos pagan un canon mínimo: 1.500 pesetas por puesto al día. La cantidad recolectada sirve para cubrir los gastos de organización.

Ayer, el rastrillo de Navacerrada atrajo a gente venida de distintas localidades de la sierra del Guadarrama. Unas 4.000 personas caminaron, por la campa de Navacerrada de puesto en puesto. Muchos se llevaron hasta el perro. Tan sólo la lluvia logró amenazar el entretenimiento de los asistentes. Éstos analizaban las piezas de artesanía y preguntaban a los artistas: "¿Esto cómo se hace? ¿Qué metal es éste? ¿Esta cerámica se puede meter al microondas?".

Al pasar por uno de los tenderetes la gente, rumoreaba: "¡Mira, ésa señora, es una actriz famosa!". En efecto, así era. Se trataba de Mayrata O'Wisiedo, quién fue madre de Miguel Bosé en la película Tacones lejanos, de Pedro Almodóvar. Mayrata, además de cine, hace carpetas forradas con telas barrocas, broches hechos con plumas y cables de teléfono, una caja de madera decorada con llaves y balones de trapo.

El siguiente puesto lo ocupaban dos uruguayos, Juan Carlos, de 26 años, y su esposa, de la misma edad. Vendían bisutería de extrema originalidad. Hacían pulseras con tenedores ingleses de alpaca.

Las puntas que sirven para pinchar la comida parecían tentáculos rígidos de metal retorcido. "Para moldear los tenedores hay que calentarlos, y una vez les has dado forma los pules para que no raspen la piel", explicó Juan Carlos.

El rastrillo serrano acaba de nacer y ya el mal tiempo que se aproxima lo amenaza de muerte. Para salvarlo, la organizadora busca una solución. "Los puestos al aire libre son más atractivos para la gente, pero el invierno llega y aquí hay piezas delicadas que no aguantan la lluvia", explicó Samper.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_