El obispo de Bilbao considera "desmedida" la reacción del PNV contra su nombramiento
El próximo obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, calificó ayer de "pretensión desmedida" el hecho de que "un partido político [en alusión al PNV, que ha rechazado su nombramiento] se identifique como representante de la totalidad" de la sociedad. "Pretender con sus manifestaciones representar tanto a la sociedad entera como a la Iglesia es una cuestión que, además de desmedida, será muy diferenciada; como diferenciada y plural es la sociedad vasca", dice Blázquez, saliendo al paso de las críticas de Xabier Arzalluz.
El prelado, que encabezaba anteriormente la diócesis de Palencia, tiende la mano a los nacionalistas "para intentar ser el obispo de todos", pero expresa su decisión para cuando asuma sus nuevas funciones pastorales: "No llamaré al señor Arzalluz. El presidente del PNV es el responsable de un partido político, pero no de todos los partidos políticos o las fuerzas sociales, ni de la sociedad entera ni, por supuesto, de la Iglesia".
En tono sosegado, Blázquez replica que conclusiones como las del portavoz peneuvista, Joseba Eguibar, de que no será bien recibido "son prematuras".
Sobre el silencio de su compañero, en la diócesis de San Sebastián, José María Setien, afirma: "Será porque es un obispo que cumple con su ministerio lo mejor que puede en una situación muy complicada".
"Yo también quiero participar de esta cruz y ayudar en la medida que pueda", dice el prelado, refiriéndose a los terroristas. Sabe que su actividad pastoral en Vizcaya "no será sencilla, como tampoco es fácil la vida para los cristianos y ciudadanos que viven diariamente en un clima que no está sosegado en lo político". Será un sacrificio, dice el nuevo obispo, que evita, en la medida que puede, manifestarse políticamente sobre los nacionalismos.
El desconocimiento del entorno donde ejercerá su tarea evangelica que denuncian los nacionalistas vascos, es confirmado por Blázquez, que señala que tampoco conocía Galicia, uno de sus anteriores destinos, "y al principio hubo voces que se preguntaron qué hacía un castellano en esa región. Después la relación fue cordial y se acallaron esas voces discordantes".
"Yo deseo sintonizar lo más profundamente con la forma de sentir del pueblo vasco, que también es mi pueblo", añade.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.