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Ardanza, "decepcionado y frustrado" por la designación de un prelado no vasco

Aurora Intxausti

El presidente del Gobierno vasco, José Antonio Ardanza, afirmó ayer que el nombramiento del nuevo obispo de Bilbao, el abulense Ricardo Blázquez, le ha "defraudado, decepcionado y frustrado". La decisión de no atender los criterios de los nacionalistas de que se asignen prelados vascos para las diócesis de Euskadi fue calificada por Ardanza de "impertinencia" del "Vaticano político". "Mi postura como creyente es muy clara, y, a pesar del comportamiento de la jerarquía eclesiástica, en adelante seguirá siendo así", indicó.

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El lehendakari afirmó que las opiniones vertidas en los últimos días por el PNV parten de "unas posiciones de total y absoluta lealtad hacia la Iglesia". Ardanza, que asistió en Oñate a la misa de la festividad de la Virgen de Aránzazu, patrona de Guipúzcoa, dijo que existe una doble posición de intereses: la del Vaticano-Estado y la del pueblo creyente. "La comunidad de católicos de este país ha realizado una serie de peticiones que no sólo no han sido escuchadas, sino que la única respuesta que han tenido ha sido la del silencio".En la celebración participó también el obispo de San Sebastián, José María Setién, que no quiso entrar en la polémica sobre los nuevos obispos. Tan sólo les pidió continuidad en la colaboración que han mantenido las diócesis vascas en los últimos 16 años. "Hemos trabajado juntos con una colaboración muy estrecha y yo desearía que estos vínculos se estrecharan aún más" indicó.

Ardanza denunció "el espectáculo" al que ha asistido en las última semanas por "la hipocresía de aquellos que denuncian la postura de su partido y que luego son los mismos que denuncian e insultan a un obispo como Setién cuando dice o hace cualquier cosa".

El presidente vasco aseguró haberse sentido especialmente molesto con la jerarquía de la Iglesia, debido a que hace tres años, a petición de una serie de personas vinculadas a la Iglesia vasca, realizó gestiones ante la jerarquía eclesiástica sobre el nombramiento de los obispos de Vizcaya y Álava, y en aquellas fechas recibió promesas de que éstos se realizarían evitando la polémica.

En la homilía que pronunció Setién en el santuario de Aránzazu se refirió a la necesidad de paz en el País Vasco y dijo que se debe edificar sobre el reconocimiento de los derechos de todas las personas. La paz en Euskadi, según Setién, debe pasar por "el derecho a la libertad sin secuestros, el derecho a la integridad física sin torturas ni vejaciones, el derecho a la seguridad sin atentados callejeros y el derecho a la libre expresión sin coacciones ni violencias".

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En las inmediaciones del santuario de Aránzazu, decenas de personas se concentraron con pancartas en favor de la anmistía de los presos de ETA y profirieron gritos a favor de la organización.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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