El Gobierno mexicano propone nuevas fórmulas para impulsar el diálogo con los zapatistas
ENVIADA ESPECIALLos representantes del Gobierno mexicano y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la guerrilla alzada en el Estado de Chiapas en enero de 1994, iniciaron el martes una nueva ronda del diálogo de paz, la sexta, que marca según los delegados oficiales "un ciclo distinto". La imperiosa necesidad de sacar las negociaciones del atolladero en el que han caído ha llevado a un "reacomodo de las estrategias" por parte del equipo gubernamental para tratar de conciliar las posiciones.
Todo en esta ocasión parece más propicio. Incluso la delegación zapatista llegó puntual al edificio de San Andrés Larráinzar (Chiapas), que sirve como sede de las negociaciones. Alrededor de la casona, los integrantes de los cuatro cinturones de seguridad (Cruz Roja, indígenas, voluntarios civiles y soldados) aguantan con estoicismo los aguaceros que desde el mediodía caen inmisericordes. Y es que la época de lluvias no da tregua.
Los habitantaes de San Andrés de Larráinzar contemplan los acontecimientos con la tranquilidad de quien ya se conoce la película. No en vano este pueblecito de los Altos, cabecera del séptimo municipio más pobre de Chiapas, ha sido la sede de las negociaciones desde su comienzo, el pasado 20 de abril.
Desde el último encuentro, celebrado entre insultos el pasado 24 de julio, han sucedido dos hechos que han cambiado la atmósfera del diálogo: primero, una consulta nacional convocada por el EZLN el 27 de agosto, cuyos resultados definitivos (que la guerrilla recibió el domingo con una fiesta, con orquesta y baile incluidos, cerca de San Andrés) indican que un 52% del millón de participantes quiere que el EZLN se convierta en fuerza política. La respuesta vino el lunes en boca del comandante David: van a reflexionar, pero no piensan dejar las armas.
En segundo lugar, la propuesta de la Comisión de Concordia, instancia mediadora formada por legisladores de todos los partidos, de que se abran cauces para que el EZLN haga llegar sus posturas al debate nacional sobre la reforma política. El presidente, Ernesto Zedillo, ha aceptado. Ahora queda por ver cómo se articula esto. Será, desde luego, con mediadores: la del EZLN es una opinión más de tantas y además, indican, es un grupo armado. La idea trata de hacer compatibles las pretensiones del EZLN de discutir temas de política nacional en San Andrés con los deseos del Gobierno de centrarse en la problemática indígena que supuestamente movilizó a la guerrilla.
La delegación oficial sugirió el martes dejar en manos de los mediadores la discusión de las reglas de procedimiento, que atascan el diálogo, y entrar de una vez "al fondo": las causas que originaron el levantamiento armado. El equipo gubernamental ha tomado ciertos aspectos del formato negociador propuesto por los zapatistas (que aplicado tal cual llevaría años) y ha sugerido la creación de nueve mesas de trabajo que tratarían tres grandes temas referidos a las comunidades indígenas: derechos y cultura, democracia y justicia, y desarrollo.
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