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52º FESTIVAL DE VENECIA

'Waterworld' naufraga en un vaso de agua

Comienza el concurso con el escritor Jorge Semprún como presidente del jurado

La Mostra, que comenzó con el escándalo submarino de Marea roja, sigue acuática. El divo americano Kevin Costner se ha gastado nada menos que 25.000 millones de pesetas en Waterworld, una ambiciosa y entretenida parábola ecologista del mito genesiaco del diluvio universal, que en la pantalla no parece en absoluto la película más cara de la historia. Es muy improbable que el actor amortice la astronómica cifra con este espectáculo digno y en ocasiones bello, pero que se anuncia como ciclópeo, y en modo alguno lo es.

ENVIADO ESPECIAL

Todo indica que algo ha fallado en el diseño de producción y que Costner, quedará atrapado por una deuda salvaje, que compromete su independencia y, como se ha dicho, le hace naufragar en un vaso de agua Waterworld se estrenará pronto en Europa y las negras predicciones sobre sus posibilidades de rentabilizar este arriesgado espectáculo obligan a Costner a multiplicar sus refuerzos para flotar en el vaso de agua en que está atrapado. Aquí dio ayer la cara, lo que por fuerza hizo escapar de los focos al director del filme, Kevin Reynolds, con el que se cuenta que el actor terminó literalmente a tortas en la sala de montaje de la Universal donde, ambos se encerraron a primeros del verano para comprimir las tres horas del montaje inicial en las dos horas y diez minutos en que este filme suicida ha quedado en su versión definitiva.Esta versión es un gran tebeo en el que se comprimen demasiadas cosas, algunas con bienintencionada y por fuerza esquemática carga ideológica ecologista, que salen sin saca corchos del núcleo argumental desencadenante: la acelerada degradación y el recalentamiento del planeta que hoy comenzamos a padecer provoca la fusión de los casquetes polares, hace crecer el nivel de los océanos hasta cubrir con agua toda la tierra firme y un puñado de supervivientes de la catástrofe crea una nueva civilización, o más exactamente una nueva barbarie, flotante, que se ve sometida a extrañas mutaciones, algunas de tipo biológico, por aclimatación al medio.

Escena erótica

Esta metáfora da lugar a algunas sorprendentes situaciones y, entre otras imágenes fuertes, a una erotica -por otro lado completamente casta-, bella e insólita, lo que destierra del filme esa excesiva calificación de idiotez que le ha colgado algún sector de la crítica en Estados Unidos. Waterword no tendrá probablemente un sitio propio en el capítulo de oro de la ficción científica en el cine, pero está por encima de la palabra engendro con que fue saludada en su estreno neoyorquino.Y mientras Costner creaba ayer en el Lido la noticia, comenzaba con discreción y con buen cine, al menos parcialmente, el concurso, con un jurado presidido por el escritor Jorge Semprún. Der Totmacher -literalmente El hacedor de muerte o El matarife- es un denso e interesantísimo, aunque peque de excesivamente monocorde, filme correctamente dirigido por Romuald Karmakar y prodigiosamente interpretado por el Popular actor de la televisión alemana Götz George.

Representa en una tacada de hora y media el interrogatorio de un psicoanalista que fue llamado en 1924 "el mayor asesino del siglo XX", aquel salvaje y extraño Friti Haarmann, que mató, sodomizó y descuartizó a 24 niños y, además de ser la base verídica de la genial creación de Peter Lorre en El vampiro de Dusseldorf de Fritz Lang y de un capítulo de la serie televisiva Berlin Alexanderplatz de Rainer Fassbinder, inspiró varios inquietantes y magistrales lienzos de Georg Grosz.

Nada personal es un buen telefilme del Canal Cuatro británico que nos introduce en el fondo del avispero de las luchas callejeras del Ulster en 1975, en las vendettas entre el IRA y los comandos parapoliciales británicos: el mismo infernal círculo del doble terrorismo que hoy envilece retrospectivamente la política en España. Extraordinarios intérpretes y una dirección vigorosa, pero con zonas atrolladas y algo confusas de Thaddeus O'Sullivan.

Completó este lúgubre comienzo del concurso una no menos dura película mexicana, Sin remitente, dirigida por el joven Carlos Carrera, tras las huellas del maestro Arturo Ripstein. Cine oscuro y perturbador, pero verdadero cine.

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