_
_
_
_
_
Tribuna:INTRIGAS DE VERANO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sangre de lanza

Javier Marías

Un relato de Es así como se lo explica? ¿Un marído o un chulo? Y a santo de qué, un chulo.

-No lo sabe, eh, sabe poco. A veces se les cruzan los cables como a cualquiera. Las mandan a trotar y luego se vuelven locos pensando en lo que. estarán haciendo con el cliente. Y entonces matan a lo bestia, los hay muy sentimentales, a mí qué me cuenta. El asunto parece claro, no me venga con historias, ni siquiera ha habido robo. Lo único, que no sabemos quién era la tía mamona, ni vamosa, saberlo seguramente. Sin papeles, sin ropa, con aspecto dé sudaca, de ella no debe de haber constancia en ninguna parte el único que tendrá constancia será el que le metió el lanzazo.

-Le digo que es imposible que mi amigo levantara a una tía.- Los policías intimidan, siempre, acabamos hablando como nos hablan para congraciamos, y ellos hablan como el hampa.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

-¿Qué quiere, darme trabajo? ¿Que me meta en los tugurios de julas a que me toquen el culo cuando lo que hay por, medio es una puta? Venga ya, no . voy a perder el tiempo y el humor con eso. Si a su amigo le iban los tíos, explíqueme usted lo ocurrido. Y aunque le fueran: la. noche que a mí me importa le dio por irse de putas, ya ve usted, de eso hay poca duda, también es casualidad, qué inoportuno. Lo que hiciera todas las demás, noches de su vida me trae sin cuidado, como si sé follaba a su abuelo. Ahora fui yo quien lo miré a él con reproché y sin ninguna sorna. Él se las vería con estas cosas. a diario pero yo no, y estaba ha blando de mi mejor amigo. Era un hombre algo grueso, alto, con una cálva romana y unos ojos sonolientos quede vez, en medio cuando se despertában como en medio de un mal sueño, repentinos fogonazos antes de volver a su sesteo aparente.Se dio cuenta y añadió en tono más conciliador y paciente: -A ver, explíqueme lo que pasé , según usted, cuente su cuento.

-No lo sé -dije encidó-. Pero parece una composición; ya le digo.., Tendría usted que averiguarlo.

El inspector Gómez Alday interrogó asimismo al editor sin escrúpulos col quien Dorta había tomado una copa en Chicote, había aparecido con su. mujer, se fueron de los tres de allí hacia las dos y se despidieron. Los camareros, que conocían a Dorta de vista y nombre, confirmaron la hora. Allí se habían, encontrado con. otro amigo mío y conocido de Dorta, se hace llamar Ruibérriz, de Torres, pero éste se había parado a hablar con ellos sólo cinco minutos, hastaque llegaron dos mujeres con las, que había quedado. También los Vio salir hacia las dos por la puerta giratoria, les dijo adiós con la mano, me contó que el editor era un pasmado y su mujer muy simpática, Dorta, no había dicho apenas, palabrá, cosa rara. El matrimonio cogió un taxi en Gran Vía y se retiró a su hotel, no sin antes asustarse de que - Dorta, según les anunció,, se fuera a ir, andando, les comentó, que iba a un sitio cercano y lo, vieron encaminarse hacia arriba, hacia la Telefónica, o Callao, por tramos con una fauna que a ellos, barceloneses, les pareció de espanto y como para no dar dos pasos. No corría una gota de aire. En el hotel,, pura rutina, confirmaron la hora de llegada del editor y señora, hacia las dos Y. cuarto: algo ridículo, a él la falta de escrúpulos no le llegaría a tanto. A Dorta lo mataron entro las cinco y las seis como a su inverosímil y postrero ligue. Yo pregunté por. mi cuenta a los escasos amigos de, Dorta que conocía un poco, amigos de farras, y de tugurios Julaicos, ninguno, había coincidido esa noche con él en los sitios habituales. Ellos preguntaron. a su vez a los camareros de esos locales, nadie lo había visto, y era raro que no hubiera pasado por uno u, otro a lo largo de la noche. Quizá sí. había sidouna noche especial en todo. Quizá se había enrollado, por la calle impensadamente con gente insólita de otros ámbitos. Quizá lo habían secuestrado y lo habían obligado a, ir con los, secuestradores a casa. Pero no se habían llevado nada, sólo alguien la ropa de la mujer, que tal vez era de la banda. El lancero. No sabía qué pensar y por. lo tanto pensaba absurdos. Quizá tenía razón Gómez Alday, tal vez le había dado por coger a una puta primeriza y desesperada, una inmigrante en busca de cualquier dinero, con un marido que, no se lo consentiría y que habría sospechado. Cuestión de mala suerte, demasiada.

El inspector me enseño aquellas fotos que miré por encima. Aparte de las que reproducían el decorado en tero, había un par de cada cadáver tomadas más dé cerca, lo que se llama plano americario en cine. Los pechos de la mujer eran blandos definitivamente, bien formados y sugerentes pero blandos, la vista y e tacto se. nos acaban con fundiendo los hombres a veces vemos como loca eso. Pese a los ojos apretados y el gesto de dolor se la veía guapa, aunque eso no Se sabe seguro nunca con una mujer desnuda, hay que verla también vestida, de poco sirven las playas para saber sobre esto. Tenía las aletas de la nariz dilatadas, el mentón corto y redondeado, el Cuello largo. Mis vistazos fueron rápidos a las seis o siete fotos y sin embargo me atreví a pedir una copia de la de la mujer de cerca, a Gómez Alday, quien me miró ahora con desconfiánza y sorpresa, como, si me hubiera descubierto una anomalía.

-¿Para que la quiere?

-No lo sé -respondí yo perdido. Realmente no lo sabía, tampoco es que quisiera mirarla más en aquellos momentos los, un cuerpo ensangrentado,; un boquete, las pestañas densas la expresión doliente los pechos blandos y muerto, no era grato. Pero pensé que me gustaría tenerla para quizá mirarlá más adelante, quizá, al cabo de los, años, después de todo era la última,persona que había, ,visto vivo a Dorta, exceptuando al asesino. -Me interesa.-Era pobre como argumento, incluso grotesco Gómez Alday me, mirá ahora con uno je sus fogonazos, no duró apenas nada, enseguida ,sus ojos volvieron a su aspecto dormitante. Pensé que estaría pensando que yo era un morboso, un enfermo, pero tal vez entendía mi petición y el deseo, al fin y al cabo teníamos el mismo tipo de orgullo. Se levantó y me dijo.

-Esto es material. reservado, sería completamente irregular, que le diera una copia. -Y a la vez que decía esto metió la foto en la fotocopiadora que tenía en el despacho-. Pero usted puede haber hecho una, fotocopia aqui en mi ausencia, cuando salí un momento, sin que yo me ,haya enterado. -Y me extendió la hoja con la reproducción imperfecta y brumosa- pero reproducción al fin. Duraría sólo unos años, las fotocopias acaban borrándose. Ahora han. pasado dos de esos anos, y sólo durante los primeros meses tras la muerte de Dorta seguí dándole vueltas a aquella noche, me duró el horror algo más que el regocijo y la saña a los periódicos impacientes y a las televisiones des memoriadas, no hay mucho que hacer cuando no hay ayuda ni avances y los me dios de. comunicación ni siquiera sirven de recordatorio. No es que yo lo necesita rá en lo personal: no hay día que no me acuerdede mi amigo de infancia, no hay día en que no me pare a pensar en él en algún instante por uno u otro motivo, en realidad no se puede, dejar do contar con la. gente por el hecho accidental de queya no, podamos verla. A veces creo que ese hecho no ' sólo es, accidental, sino intrascendente, el hábito y lo acumula do bastan para que la sensación de presencia sea siempre más fuerte y no se. desvanezca. Pero sí se difumina el final si uno no saca de él nada en limpio y además puede teñir cuanto vino antes. Ese final se sabe, pepo no aparece en primer plano. No, fue así en los primeros meses, cuando las pesadillas se apoderan del sueño y los días comienzan, todos, con la misma imagen, que parece una figuración y sin embargo pertenece a lon acaecido, uno se da cuenta mientars se lava los dientes, o mientras se afeita: 'Qué tonto soy, si es cierto'. Repasé muchas ve ces -la conversación. . de la cena última, y el filo de las repeticiones, me hizo ver que nada era significativo tras haberle dado significación a todo durante un periodo. Dorta se divertía fingiendo excentricidades, pero no creía en magias de ningún, tipo ni tampoco en ultramortalidades y ni siquiera en azares, no en mayor grado que yo, y yo no creo en casi nada. La historia de la subasta de Londres era puramente anecdótica, lo vi claro pronto si alguna vez tuve dudas, la clase de cosas,que a él le gusta iba inventar o hacer más que nada para contarlas luego, a mí o a otros, a. sus ignorantes idolatrados o a sus senoras sociales, sabiendo que distraían. Que hubiera pujado por un anillo mágico de aquel chiflado demonólogo Crowley,no era sino la prueba: era más vistoso relatar el forcejeo por ese objeto que por una carta autógrafa de Dickens o Conan Doyle. Y además no se lo había llevado, lo más disparatado habría sidoque la broma le hubiera costado una buena suma imprevista. Quizá ni siquiera había existido el individuo germánico de las botas vaqueras. Y aunque se hubiera alzado con la esmeralda: no cabía pensar en persecuciones ni en sectas, en venganzas a lo Tutankhamon ni en conjuras a lo FuManchú, todo tiene su límite, hasta lo inexplicable.Fue al cabo de un par de meses -la prensa ya no se interesaba y era dudoso que la policía lo hiciera- cuando se me ocurrió una posibilidad tan aceptable que no comprendí cómo no había pensado antes en ella. Llamé a Gómez Alday y le dije que quería verlo. Lo noté aburrido e intentó que le contará por teléfono el hallazgo, andaba muy mal de tiempo. Insistí y me citó en su despacho la mañana siguiente, diez minutos, me advirtió, no disponía de más para escuchar hipótesis que le complicaran la vida. Fuera lo que fuese lo recibiría con escepticismo, me advirtió también, para él la cosa estaba clara, sólo que no era fácil dar con aquel lancero': en la lanza había muchas huellas, entre ellas sin duda las mías, casi todos los visitantes de la casa la tocábamos o la sopesábamos o la blandíamos un instante al verla sobresaliendo en el paragüero de la entrada. Me encontré al inspector con color sano y más pelo, no supe decirme si se trataba de un implante aprovechando el agosto o de una distribución más artísticá y aprovechada en su peinado romano. Mientras le hablé mantuvo los ojos opacos:-Mire, yo no sé demasiado de las andanzas de mi amigo, me contaba algo a veces sin entrar en detalles. Pero no descarto que pagara a algunos de loschicos con los que iba. Al parecer no era infrecuente que algunos presumieran de heterosexuales, aceptaban el viaje como excep ión o eso decían, se empeñaban en dejar muy claro que a ellos las tías. Esa noche mi amigo pudo encapricharse de uno, y el machito decirle que o le conseguía una mujer también o nada. Soy capaz de ver a mi amigo me tiendo al muchachito en un taxi y recorriendo pacientemente la Castellana. Lo veo hasta divertido, preguntándole qué le parecía ésta o aquélla, opinando él mismo como si fueran dos compinches de aventuras, dos puteros en noche de sábado. Por fin cogen a la cubana y se. van los tres a la casa. El muchachito insiste en que Dorta se la tire para que él lo vea, algo así. Las tragaderas de mi amigo no son ilimitadas dadas sus inclinaciones, pero se deja hacer por la mujer, todo sea por complacer al otro y conseguir sus pro pósitos más tarde. El machito se pone histérico cuando le llega el turno, se pone violento, va por la lanza que le ha hecho gracia al entrar en el piso, o a lo mejor ya la tenían en el dormitorio por indicación del propio Dorta, para que el chico hiciera poses con ella como una estatua, cosas así le gustaban. Y se carga a los dos, por la encerrona, aun que fuera consentida. Ha pasado muchas véces, arrepentidos, ¿no? Usted sabrá de casos. Lo he pensado y me parece posible, eso explicaría unas cuantas cosas que no casan.

La mirada de Gómez Alday siguió siendo neblinosa y holgazana, pero le salió una voz de irritación y desprecio:

-Menudo amigo está usted hecho. Qué tiene contra él, sólo quiere echar mierda sobre su cadáver o qué, vaya historieta, tiene usted la mente enferma -dijo. No es que yo conociera mucho, pero el inspector no tenía ni idea de las prácticas y cambalaches nocturnos habituales. Su orgullo sería más puro que el mío, pensé- Pero ni siquiera me vale como mierda rebuscada, le falta a usted un. dato que supimos a los Pocos días. Su amigo llegó en efecto en taxi y acompañado a su casa, pero iba sólo con la puta, los dos armando ya escándalo, la tía con las tetas fuera, según dijo el taxista. Vino a contárnoslo cuando leyó de la matanza y vio en el periódico la foto de Dorta. Así que el lancero tuvo que llegar después: el chulo siguiendo a la puta o el marido a la mujer, o los dos ambas cosas, marido y chulo, mujer y puta. Ya se lo dije.

-0 pudo estar ya en la casa -c8ntesté yo, picado por la reprimenda injusta- A lo mejor el machito, una vez metidos en faena sin éxito, obligó a mi amigo a salir solo de caza y llevarle la pieza.

-Ya. ¿Y su amigo habría salido a recorrer las calles, dejándolo solo en el piso?

Me quedé pensando. Dorta era aprensivo y cauto. Podía ponerse tonto una noche, -pero no hasta el punto de propicinar que lo desvalíjara un chapero mientras se lanzaba a buscarle una niña.

- Supongo que no -contesté exasperado- Qué sé yo, quizá llamó al chapero - lo hizo venir luego, las secciones de anuncios de los periódicos están llenas de ofrecimientos para cualquier hora.

Gómez Alday tuvo ahora uno de sus fogonazos, pero fue más de impaciencia que de otra cosa.

-¿Y entonces para qué la tía, dígame, a ver? Qué empeño, tiene en que se culpe a una maricona. ¿Qué tiene usted contra ellos?

-Nunca he tenido nada. Mi mejor amigo era lo que usted ha dicho, quiero decir que lo llamaron así muchas veces. No ' me cree, pregunte por ahí, pregunte en los tugurios, también es su término. Me he pasado la vida defendiéndolo.

Continuará

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_