El TGV francés se salva de un atentado por casualidad
A la desorientación causada por la reciente crisis gubernamental la opinión pública francesa sufrió ayer la certidumbre de que su país continúa bajo la amenaza terrorista. Una bomba colocada en la vía del Tren de Gran Velocidad (TGV) que une París-Lyón no hizo explosión por una afortunada casualidad. El detonador falló, pero más de 15 convoyes, a 220 kilómetros por hora, pasaron junto a esa bombona de gas rellena con 25 kilos explosivos antes de que un maquinista reparase en ella.La bomba artesanal había sido colocada junto a un poste de alimentación eléctrica situado a la altura de la localidad de Caillouxsur-Fontaine, a unos 120 kilómetros de Lyón. Un fallo en el sistema de encendido de la mecha evitó la catástrofe.
El Ministerio del Interior ha señalado. que "por el momento" no se puede relacionar este artefacto con los que han estallado en París este verano causando siete muertos y más de cien heridos. Sin embargo, tanto en el atentado en la estación del metro de Saint Michel del 25 de julio como en el de la plaza de l'Etoile del 17 de agosto se utilizaron bombonas de gas como bomba.Cae la popularidad de Chirae
El atentado ha servido para aumentar la sensación de crisis de una gran mayoría de franceses, que pierden a ojos vista la confianza que depositaron en la presidencia de Jacques Chirac. Al día de hoy, las encuestas revelan, sin que se tenga en cuenta aún el efecto negativo de la crisis provocada. por la dimisión del ministro de Economía y Finanzas, Alaín Madelin, que la popularidad de Chirac ha caído del 59% que tenía cuando fue elegido al 39% de ahora. Esos 20 puntos perdidos se deben, sobre todo, a la falta de iniciativa del Gobierno, que no concreta las promesas electorales, y a la decisión de reanudar los ensayos nucleares.
El destituido o dimitido Alain Madelin ha comprendido la situación, y ayer, desde su alcaldía, recordó que "muchos de entre quienes votaron a Jacques Chirac votaron un programa de cambio. No votaron por el programa de los sindicatos". El ex ministro advirtió sobre una hipotética "revuelta de los trabajadores en activo, que tienen razones para estar hartos de pagar con sus impuestos y cargas sociales la factura deldespilfarro del dinero público". Y arremetió de nuevo contra los funcionarios, unos privilegiados que viven al margen del esfuerzo pedido al resto de los asalariados".
El primer ministro, Alain Juppé, respondió ayer a Madelin y ante una asamblea de la Unión para la Democracia Francesa, coalición de centristas, liberales y democristianos, dijo ser partidario del "cambio en armonía y no de un cambio en la brutalidad", Juppé adoptó maneras balladurianas y se presentó como paladín de la "concertación social" y de la "transformación en armonía", dos fórmulas erigidas en "método" y que son idénticas a las empleadas por su antecesor, Édouard Balladur.
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