El valor de los estilos
Un programa que se fundamenta en pas de deux clásicos puede ser mortalmente aburrido o fascinante, sobre todo teniendo en cuenta que esas obras perfectas y eternas del academicismo, estructuralmente, y hasta en la materia técnica, tienen muchos puntos en común. Los diferencia básicamente el estilo particular de cada uno.La oferta de los solistas de Ullate quedó del lado bueno y hubo momentos de esa fascinación que aporta la buena, danza. No hubo aburrimiento y sí pálpito, euforia contagiosa y mucha garra. Tres creaciones del maestro zaragozano- ya vistas y alguna mejorada- daban el contrapunto contemporáneo, sobre todo Frates, un denso discurso que habla del desamor con elocuencia.
Ballet Víctor Ullate
Don Quijote: Marius Petipa / Ludwig Minkus; Fratres: Víctor Ullate / Arvo Pärt; Tchaicovsky Pas de Deux: George Balanchine / Piort Ilich Chaicovski; Arrayan daraxa:V. Ullate / Luís Delgado; Coppelia: Arthurt Saint-Leon-Petipa-Leon Fokin / Leo Delibes; El lago de los cisnes (adagio del segundo acto): P. I. Chaicovski / Lev Ivanov; La bella durmiente: P. I. Chaicovski / M. Petipa; Voila c'est ça: V. Ullate Ogada-Tagorc-Hamza El Dim. Teatro de Madrid. 17 de agosto.
La sorpresa parte de que todos los pasos a dos clásicos eran estrenos para los artistas y ninguno era lo que se dice un paseo por la escena. Si Quijote exige pisar con garbo, Bella Durmiente. necesita una elegancia estricta e imperial; si Coppelia es una compleja antología de reducción de las czardas, el adagio del Lago es piedra angular del ensueño tardorromántico.
Todos los artistas merecen un elogio, y aún en su juventud, en 6us imperfecciones, se ve que buscan luchar por ese listón elevado que la tradición pone siempre lejos. Tamara Rojo demostró su simpatía. contagiosa y su seguridad técnica, mientras su partenaire Carlos López asumió sus retos y fue atento compañero; Ana Noya fue un gran cisne trémulo y concentrado con Víctor Jiménez (en Fratres apasionado, terrenal) descubriéndose a estas lides. María Jiménez e Igor Yebra han madurado y ella transmite al público claramente su peculiar sentido musical. Rut Miré se hizo pantera con ese cuerpo que domina a gusto, contando con Eduardo Lao y su fuerte impronta.
Este programa supera toda anécdota. Es la ratificación del noble y buen trabajo; es la realidad pujante del ballet español, su metro de oro y la lección primera de que los españoles sí pueden ser excelentes intérpretes de repertorio.