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Rabin se explica, aunque no justifica, el asesinato de prisioneros egipcios

El caso de los prisioneros de guerra egipcios asesinados no abandona los medios de comunicación israelíes. Un escándalo sigue a otro. A la confesión pública del general en la reserva Arie Biro sobre su participación en el asesinato de 49 prisioneros en la guerra de 1956, se suman otros testimonios de casos similares durante el conflicto, bélico de 1967. El primer ministro y titular de Defensa, Isaac Rabin, condena y lamenta aquellos actos vergonzosos, pero adelanta una "explicación": que en 1956 el Tsahal era todavía un Ejército joven "cuyo código de conducta militar no se había establecido de forma suficientemente claro". Podría admitirse en el primer caso, pero en 1967 los asesinatos se repitieron, y a mayor escala. Se habla al menos de 300 muertes. Mientras, El Cairo espera explicaciones. Ya ha recibido un informe preliminar.

El ministro israelí de Exteriores, Simón Peres, se ha dirigido al Estado Mayor General y al Ministerio de Defensa para obtener datos sobre el caso y facilitárselos a Egipto. El general Biro, que fue capitán de un batallón de paracaidistas en el momento de los hechos, en 1956, dice: "Asumo toda la responsabilidad. El he cho era que no sabíamos qué hacer con los prisioneros. Dejarlos sobre el terreno era imposible. Habrían, podido alcanzar las líneas egipcias y revelar nuestra presencia y otros secretos militares. Por otra parte, no teníamos medios de transporte para llevarnoslos. Por eso decidimos matarlos".Surgen, algunas, preguntas. ¿Por qué no hubo ninguna investigación? El superior de Biro, Rafael Eytan, entonces coronel, y más tarde jefe del Estado Mayor, fue informado y, a su vez, puso al corriente al jefe de división Ariel Sharon. ¿Cómo es que el capitán Biro subió por el escalafón hasta llevar a convertirse en teniente general?

"Se podría recordar al Gobierno de Egipto que el honor de su Ejercito también está manchado, pero eso no limpiaría el nuestro", reza el editorial del influyente diario Haaretz. Y añade: "Nadie podrá borrar este escándalo... Ahora es la justicia la que tiene la palabra". El periodista y ex diputado Uri Avneri ha presentado ya una denuncia por asesinato.

Por otra parte, Rabin y el consejero jurídico del Gobierno, Michael Ben Yair, han llegado a un compromiso sobre la violencia que podrán utilizar los agentes del Shin Beth (servicio secreto militar israelí) en sus interrogatorios a presuntos terroristas. Es decir, qué nivel de tortura estará tolerado por la ley. Este debate se ha originado a raíz del fallecimiento, el pasado abril, de un palestino, miembro de Hamás, que fue "zarandeado hasta la muerte", que llegó por derrame cerebral durante un interrogatorio.

La tortura y la ley

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Resulta fácil indignarse porque alguien ose inscribir la tortura en un marco de legalidad, pero es difícil ignorar, o pretender ignorar, que casi todas las fuerzas de seguridad del mundo hacen uso de lo que es púdicamente deno inado como el tercer grado. Sobre todo la policía de países que luchan contra movimientos nacionalistas o sus brazos armados. Israel también se ha visto con frontado por el problema que representa el terrorismo y por la lucha para prevenir los atentados, cuya violencia ha experimentado recientemente un fuerte incremento, debido a los ataques suicidas perpetrados por fanáticos integristas musulmanes.

Lo que es novedoso en la situación actual es el debate público que se ha organizado en torno a esta cuestión, así como la enérgica intervención del poder judicial, decidido a controlar de cerca los interrogatorios de los servicios especiales. Tras la muerte del palestino, ése mismo abril, Ben Yair transmitió a Rabin su decisión de que debían ser prohibidos los interrogatorios de ese tipo. La cuestión fue examinada por una comisión ministerial. El director del Shin Beth, presente durante las discusiones, insistió en que los "enérgicos interrogatorios" habían evitado docenas de atentados, incluidos varios ataques suicidas. ¿No es lícito zarandear un poco a un presunto miembro de Hamás o de la Yihad islámica si de su colaboración depende la vida o la muerte de decenas de inocentes?, se preguntaba el jefe del Shin Beth.

Las discusiones se prolongaron durante semanas y finalmente se ha decidido que los agentes podrán utilizar el "método del zarandeo" sólo en casos excepcionales y con autorización expresa del director del Shin Beth.

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