Autonomía suicida
Calle de Talavera. Más de un paseante no ha podido contener un grito de estupor al ver, en el segundo piso de este moderno e impersonal edificio de Chamartín, a una mujer sentada al borde del alféizar con los pies balanceándose en el aire. Pero el balanceo resulta ser una falsa impresión, y la mujer, una estatua que aferra entre sus brazos de piedra un escudo de la autonomía madrileña. Una broma simbólica que fraguaron arquitecto y escultor en un banal edificio destinado a archivo regional.
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