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Reportaje:

Amor al arte

Una galería independiente de La Habana promueve a los artistas olvidados por la revolución

Hace un año, la pintora cubana Sandra Ceballos se hartó de la burocracia y decidió crear un espacio de arte independiente en el corazón de La Habana. A su esposo, Ezequiel Suárez, alguien le acababa de censurar una exposición en la galería 23 y 12, en El Vedado, y ese día, sin hacer aspavientos, arrinconó los muebles de su casa, se hizo construir un parabán y reunió detrás de él, en cinco metros cuadrados, su cama, sus libros, su ropa, la cocina y el baño. Fue así como su casa de un solo cuarto se convirtió en la galería Aglutinador, la única sala alternativa de La Habana que trabaja por rescatar y promover a los pintores jóvenes y los artistas mayores de Cuba que han sido olvidados o marginados por la revolución."Esto era mi casa". "Ahora ya es otra cosa", dice Sandra, de 34 años, mientras mira con orgullo las paredes de su antiguo hogar, ahora pintadas de blanco. Al fondo se adivina lo que debe ser su despacho, su comedor y su cuarto. A su lado, en un recodo, hoy se exhibe un diminuto Lenin de bronce que yace, sobre un ataúd forrado de tela roja, y en la pared de enfrente un uniforme escolar alude a la niñez, al miedo y a la castración de una infancia marcada por el exilio. "Aglutinador es un experimento. Es la primera vez que esto se hace en Cuba, y es una iniciativa hecha por gente pobre".

Sandra estudió varios años en la Escuela de Arte de San Alejandro y hace un mes obtuvo el premio de pintura contemporánea Juan Elso Padilla. Pese a ello y a que ha expuesto en a mayoría de las galerías de La Habana, piensa que su obra, como la de un buen número de artistas cubanos que no han hecho concesiones, no ha sido promovida lo suficiente, y ése es uno de los motivos que la llevó a fundar su galería. "Se trata de difundir la obra de artistas cubanos de todas las sectas (estén vivos o muertos, residan dentro o fuera de Cba, sean jóvenes o viejos, conocidos o desconocidos, promovidos o casi olvidados). Aglutinador es un espacio cultural, no una boutique, y su único compromiso es con el arte".

Hace pocos días inauguró la ultima exposición, Trofeos de guerra fría, una muestra de dos artistas cubanos muy peculiares, Ernesto Pujol y Manuel Alcaide. Pujol reside desde pequeño en Estados Unidos, adonde fue enviado por sus padres a principios de la revolución durante la llamada Operación Peter Pan, que desplazó a miles de niños hacia Miami ante la propaganda de que el comunismo le quitaría a las familias la patria potestad sobre sus hijos. Pujol recrea a través de sus juguetes, columpios, uniformes y objetos infantiles un mundo de dolor y traumas que tienen que ver con la distancia y la soledad, y también con su formación homosexual, un tema que, según el crítico de arte Gerardo Mosquera, "no se trata en una galería cubana desde la obra gay de Servando Cabrera, Raúl Martínez y Umberto Peña, en los años sesenta, que fue reprimida por la censura".

En la pared de enfrente, Manuel Alcaide, un santiaguero de 40 años, expone martillos, estrellas, cabezas de Lenin y tallas de pioneros comunistas con un barco y un avión a su vera para emigrar. Son reminiscencias de los cinco años que estudió en el Instituto V. I. Surikov, de Moscú.

Como Aglutinador se caracteriza por combinar sensaciones y estilos, durante la inauguración de Trofeos de guerra fría, a la que asistieron jóvenes artistas, hippies criollos, chicos y chicas azules, músicos de jazz, profesores de la Universidad y gente de pelo largo y rostros muy relajados, sonó a todo volumen el rock alternativo del grupo cubano Cossa Nostra junto a canciones tradicionales rusas.

Sandra ya lleva hechas 13 exposiciones y hasta el momento no ha tenido problemas con el Ministerio de Cultura. Eso sí, le han prohibido que comercialice las obras expuestas y le han advertido, que lo que suceda con su galería "depende de su responsabilidad".

"Aunque sucede, nuestro criterio de selección para escoger un artista no es que haga un arte crítico, sino que haga arte de calidad", explica. Aglutinador se nutre casi únicamente de su espíritu, aunque cada artista dona una de sus obras para la colección de Sandra.

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