Tudjman y Milosevic, dos señores sin palabra
¿Existe un pacto secreto entre Milosevic y Tudjman? Por mucho que se especule, no sirve de nada saber si la ofensiva croata contra los serbios de Krajina estuvo precedida de un acuerdo entre el señor Milosevic de Serbia y el señor Tudjman de Croacia. Ambos son, unos embusteros habituales y su palabra no tiene ningún valor. Si se hubieran hecho, promesas el uno al otro lo más, probable es que, de tener. opción, no las hubieran cumplido. Pero no han tenido opción: la lógica de la estrategia de la situación les obligó a actuar como si hubiera un pacto entre ellos: la aquiescencia de. Belgrado a la reconquista de Krajina por parte de los croatas a cambio de que Croacia renunciara a la zona perdida de Eslavonia oriental.Porque, a pesar de su superioridad militar global, la nueva Yugoslavia de Serbia-Montenegro no podría haber defendido en ningún caso la Krajina. Dado el excesivo éxito en la primera guerra de 1991, los serbios de Krajina conquistaron mucho más territorio del que podían de fender. Con una población total inferior a 175.000 habitantes, sus efectivos humanos eran demasiado reducidos para defender las fronteras de la larga y estrecha Exajina. En 1991, la Croacia en embrión sólo contaba con fuerzas policiales dotada de armas ligeras. Pero una vez que Croacia hubo formado su ejército hasta alcanzar su número actual de 100.000 hombres (sin que se Io impidiera el embargo de armas de las Naciones Unidas, purmente teórico), Krajina estaba perdida, a no ser que Belgrado enviara sus propias fuerzas a rescate. Eso hubiera sido excesivamente difícil dado que, con la zonas intermedias de Bosnia en manos musulmanas, no hay carreteras directas entre Serbia Krajina. Pero para Milosevic esos obstáculos logísticos no tenían importancia porque envía sus tropas a Krajina hubiera hecho pedazos su estrategia, que consiste en integrar la mayor parte posible de Bosnia-Herzergovina en su propio territorio
Serbia-Montenegro. Para consguirlo, Milosevic necesita, poder ejercer un control más estricto sobre su territorio, y la indulgencia de las potencias extranjero que actúan en la ex Yugoslavia a través de las Naciones Unidas a OTAN, es decir, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania (el apoyo de Rusia ya lo tiene). Mantener una segunda guerra con Croacia hubiera sido una provocación a las potencias extranjeras, y, además, renunciar a Krajina le permitiría enviar fuerzas de combate a reforzar a los serbios de Bosnia. Exactamente por las mismas razones no tenía sentido que Milosevic ayudara indirectamente a Krajina enviando su ejército directamente a través de la frontera croata de Eslavonia.
La lógica de la estrategia de la situación era igual de ineludible para los croatas. Al habérseles concedido cuatro años de paz relativa para adquirir armas y adiestrar a sus tropas, los croatas pueden ahora combatir con bastante eficacia, tal y como hemos visto, contra una infantería irregular a la que superan en número, pero todavía no están en condiciones de enfrentarse a las tropas regulares de Serbia-Montenegro con sus brigadas armadas, toneladas de artillería y apoyo aéreo. De ahí que no resulte sorprendente que, haya o no haya pacto secreto, Tudjman terminará su ofensiva sin intentar siquiera reconquistar el otro territorio perdido por Croacia, la zona pequeña pero económicamente importante de Eslavonia oriental que nominalmente. también estaba incluida en Krajina, pero que linda directamente con la Voivodina serbia y está defendida por las tropas regulares de Milosevic.
Se supone que el rumoreado pacto secreto es algo mucho más grande, destinado a acabar con la guerra, dando satisfacción tanto a croatas como a serbios a expensas de los musulmanes. No sería nada sorprendente una conspiración entre Tudjman y Milosevic para repartirse Bosnia-Herzegovina, tal como Hitler y Stalin se repartieron Polonia en 1939; incluso existe una especie de paralelismo entre ambas parejas. Milosevic tiene mucho de un pequeño Stalin con su especial habilidad para el engaño, mientras que el racismo seudointelectual de Tudjman recuerda a Hitler. Ambos son las cabezas brutales de regímenes brutales unidos en su hostilidad contra Bósnia-Herzegovina, tanto hoy como ayer. Se opusieron al Estado multiétnico original porque era un desafío a su estrecho nacionalismo, y ahora se oponen a un Estado musulmán porque quieren sus tierras, libres de habitantes musulmanes, por supuesto.
Pero de nuevo la lógica de la situación hace casi innecesario un pacto secreto serbo-croata, mientras que lo más probable es que cualquier acuerdo negociado entre ellos sea violado.
Los croatas y los serbios controlan ya entre ambos la mayoría de Bosnia -Herzegovina, incluyendo la costa, y han luchado unos contra otros mucho menos de lo que ambos han luchado contra los musulmanes locales, o simplemente los han desalojado. Debería recordarse que fueron los croatas los que asolaron Mostar, la capital de Herzegovina, mayoritariamente musulmana.
Ahora los croatas tienen ya prácticamente todo el territorio que pueden reclamar, con la excepción de un distrito aislado en el centro (Kresevo) y dos distritos pequeños al norte, junto a la frontera croata. Los serbios, por su parte, han capturado todos los enclaves musulmanes dentro del territorio predominantemente serbio, excepto la famosa Goradze al sur y, por supuesto, la zona de Bihac, mucho mayor, al norte.
Si la lucha se interrumpiera repentinamente, el Estado musulmán de Bosnia-Herzegovina no sería nada más que un enclave a gran escala que iría desde Bosnia central hasta casi Sarajevo, así como Bíhac y Gorazde. Un Estado dividido en tres partes como éste, con. largas fronteras difíciles de defender, sólo estaría seguro si estuviera rodeado por vecinos pacíficos y bien intecionados como, por ejemplo, Suiza, pero ciertamente ni Croacia ni Serbia.
De hecho, la debilidad militar de lo que queda de Bosnia es irrelevante, porque los serbios, junto con los croatas, controlarían totalmente cualquier movimiento entre sus tres partes, así como su acceso al mar. En la práctica, por tanto, ya es imposible la existencia de un Estado bosnio independiente. Para imponer su voluntad, el gobierno serbio no necesitaría recurrir tan siquiera a las. amenazas militares:
su ministerio de obras públicas podría aplicar por sí sólo la presión necesaria cerrando simplemente una serie de tramos de autopistas "para, reparaciones rutinarias" que se prolongarían mientras no se obedecieran las órdenes de Belgrado. Por otra parte, los croatas controla' rían el acceso por vía terrestre a Bihac desde oeste, y el acceso al mar por los puertos dálmatas.
Una vez que serbios y croatas se llevaran cada uno sus parte, no quedaría mucho de un Estado bosnio, que, entre otras cosas, no podría importar petróleo -ni tanques- sin el consentimiento serbio (o croata, pero éste sólo en Bihac).
La variedad de resultados posibles por tanto, es ya limitada.
- Por una parte, si hay una paz inmediata, un Estado bosnio no sólo seria pequeño, sino también impotente. Excepto en funciones de gobierno local, similares a los länder alemanes, sólo podrían disponer de los símbolos vacíos de una independencia teórica: -un ejército dócil sin armas pesadas, una bandera, sellos y embajadas en el extranjero que no podrían quejarse en voz demasiado alta de Zagreb ni de Belgrado so pena de represalias.
- En el otro -y esto es nuevo-, el Estado musulmán ya no puede simplemente extinguirse, desalojando a todos sus habitantes como refugiados. Prescindiendo de lo que ocurriría en el caso de una Srebrenica a mayor escala, (incluso las grandes potencias podrían actuar al fin como grandes potencias, bombardeando Belgrado), Milosevic ha decidido evidente mente que no puede permitirse ninguna otra limpieza étnica a gran escala:. su prioridad es ahora asegurar su poder contra el descontento interno convenciendo a las potencias extranjeras para que levanten el embargo económico de las Naciones Unidas contra Serbia (que hace mucho daño).
Ésta, es la razón por la que Milosevic ya no tiene necesidad del "Parlamento de la nación serbia en Bosnia-Herzegovina" ni de su dirigente Radovan Karadzic. Contar con un Estado serbo-bosnio independiente en Pale resultaba muy conveniente cuando Milosevic quería evitar las acusaciones de agresiones e incontables atrocidades. Pero ahora que se aproxima el final de la partida, Milosevic quiere que el control pase a los oficia' 'les militares serbios que obedecen al alto mando de Belgrado sin cuestionarlo.
Así que, después de todo, ni Tudjman ni Milosevic necesitan confiar en las dudosas promesas del otro. Bosnia-Herzegovina ya está prácticamente repartida entre ellos y, ahora que ha -caído Krajina, queda muy poco por lo que pelearse. En cuanto a las potencias extranjeras -realmente deberíamos dejar de utilizar el término grandes potencias, salvo con carácter sarcástico-, ya han mostrado su aprobación con su llamativo sitencio ante la ofensiva croata con todas sus atrocidades. Ahora ya es, cosa de los dirigentes musulmanes si aceptan o no la lógica de la situación.
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