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El cine infantil español, un género fantasma

Los filmes para niños deben atraer a todos los públicos, según los realizadores

El cine infantil, como tal, no existe. Ésa es la conclusión a la que se llega si se atiende a la opinión de los realizadores españoles. Casi la totalidad de los filmes para niños que llegan a las pantallas en estas fechas veraniegas o por Navidad son producto de la maquinaria de Hollywood que consigue suculentos beneficios con estos productos. Aquí hace muchos años que no salen filmes para el peque ño público. Los directores españoles piensan que las películas para niños deben ser atractivas para todos. Es casi un género fantasma, no en vano la única película infantil española en proceso se titula El niño invisible.

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Los que se quejan de esta situación son los niños. Estela, Cristina y Rebeca, de 12, 13 y 9 años, respectivamente, dicen que echan en falta películas para chicas y chicos de su edad, pero que tengan temas y lugares familiares. "Nos gustan las americanas con muchos efectos especiales, pero nos gustaría que las hicieran así de bien aquí también. Con personajes que vivan como nosotros y sitios conocidos". Claro que ellas no tendrían de qué lamentarse, y menos en este momento. Forman parte del conocido grupo musical Bom Bom Chip y están terminando el rodaje de un largometraje, dirigido por Rafael Moleón, titulado El niño invisible. Una película para niños que su director prefiere calificar como de aventuras. "No tengo, la sensación de estar haciendo cine para niños", dice Moleón, autor de filmes como Baton Rouge y series para televisión como Colegio Mayor. "Hablar de cine infantil es limitarlo. En realidad, no sé qué es el cine infantil. Yo estoy haciendo una película de aventuras con cinco niños". Sin embargo, admite que fueron sus propios hijos los que le impulsaron a aceptar éste proyecto. "Este proyecto me interesó por la historia y porque mis hijos me decían siempre que cuándo hacía una película para ellos". La posibilidad de hacer un filme que se desarrolla en la Edad Media, con caballeros y luchas a espada, también le atrajo. "En España, salvo contadas excepciones, un director no puede dirigir su trayectoria y haces las películas que te van surgiendo. Pero uno siempre acaba haciéndolas propias", afirma Moleón.

Viaje al pasado

El niño invisible, con 450 millones de pesetas de presupuesto, transporta mágicamente al siglo XII a cinco niños que iban en una excursión escolar a Toledo. Hay algunos minutos de efectos ópticos -el director prefiere llamarlos de esta manera, y no por el nombre genérico de efectos especiales- que la ponen a la vanguardia en ese tipo de recursos dentro del cine español. Pero Moleón no quiere que este aspecto tenga relevancia por encima de lo que es el filme en sí. "He tratado de hacer buena parte de los trucos con el propio soporte del cine, un poco como se hacía en los años treinta, y no son menos impactantes que los que se' hacen por ordenador". De todas formas, el paso de una época presente al pasado, así como otros efectos del filme, han tenido que ser realizados por estudios especializados en Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.Es en verano, con motivo de las vacaciones, cuando las carteleras sacan a relucir algunos de los más importantes estrenos infantiles. Este año tenemos desde los inefables Power Rangers y Timemaster, en el terreno de la ficción científica, hasta una amplia variedad de productos de dibujos animados, como el hipermercantílizado regreso del fantasma Casper, los clásicos La Bella durmiente y El libro de la selva, o novedades como El jardín mágico de Stanley o Tod y Toby.

Es evidente que otro de los filones del cine infantil son los dibujos animados. En España hay muchos estudios que hacen animacion, principalmente para publicidad y series para televisión o clientes extranjeros. Por lo general es poco lo que pueden hacer por su cuenta. Es un negocio demasiado caro y un monopolio demasiado rígido.

Sin embargo, Antonio Zurera, de la productora madrileña Milímetros, tiene todo preparado para realizar un largometraje de dibujos animados titulado Elfy, con un pequeño dragón como protagonista. Sólo le falta la financiación, unos 1.000 millones de pesetas, y un buen distribuidor. Después de casi 15 años ofreciendo servicios de animación han decidido asumir el riesgo de la producción propia. Pero quieren hacerlo bien y, por tanto, no tienen mucha prisa. "De momento nuestro problema es encontrar la financiación; en cuanto a la técnica, podemos hacerlo todo nosotros", comenta.

Pero no sólo el dinero es un requisito importante, la distribución cuenta tanto. como la producción. "Se han dado casos de películas que estando terminadas. han tenido que quedarse guardadas en un cajón. Las producciones norteamericanas acaparan casi todo el mercado y es difícil buscar un hueco para darlas a conocer y promocionarlas adecuadamente. Incluso en Estados Unidos el negocio es casi un monopolio de Disney y alguna otra. Los grandes estudios, que ahora quieren aprovechar el tirón de los dibujos animados, están preparándose para una competición muy fuerte". El secreto del éxito, según Zurera, es la calidad de la animación: "Tienen que ser productos de altísima calidad técnica, el público infantil es muy exigente en ese sentido. Y, a pesar de las nuevas tecnologías, se sigue haciendo casi todo a mano. Este trabajo es muy artesanal y en España se hace muy bien".

La televisión, que se ha convertido en el circuito natural de los dibujos animados, es, mientras tanto, lo que les da de comer: "No es que se enfoque la producción de series de animación para la televisión, es que el televisor es un medio antropófago. El cine es mucho más caro. Una producción europea, como las películas de Astérix -nosotros hicimos la última, Astérix en América-, costó unos 1.500 míllones de pesetas. Mucho más que cualquier película de imagen real".

Enchufados al televisor

Proyectos de animación en España hay muchos, alrededor de treinta en la actualidad, aunque la mayor parte de ellos van destinados a la televisión. Algunos tienen su origen en historietas popularizadas por los periódicos, como Leo Verdura y Cuttlas.Existen también los dibujos animados con fines didácticos que se están preparando para familiarizar a los niños con la música clásica (La banda de Mozart), la ecología (El fantástico mundo de Cubi y Narigota) o para el público precescolar (Cocorín Y Teo).Jaime de Armiñán, director de películas como Mi querida señorita o El amor del. capitán Brando, participa ahora en el proyecto de escribir el guión para una serie de dibujos animados sobre Marcelino, pan y vino, que tendrá 26 episodios. La primera versión cinematográfica basada en el cuento de José María Sánchez Silva, realizada por el húngaro Ladislao Vajda en el año 1954, fue, uno de los mayores éxitos del cine español de la época.

Para Armiñán que no exista en España un cine dedicado a los niños es fácil de comprender: "Si es casi imposible hacer una película para adultos, mucho más complicado es hacer algo específicamente para niños. Hablar de cine infantil es referirse a niños de muy corta edad, porque ahora los que tienen más de nueve prefieren las de sexo y violencia, Como todo el mundo".

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