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SALUD PÚBLICA

El calor favorece la transmisión de parásitos de animales a personas

Las altas temperaturas estivales son extremadamente propicias para la proliferación de los insectos, pues el calor acorta sus ciclos de maduración. Una consecuencia desagradable de tal "explosión" reproductiva es que afecta a los parásitos de los animales de compañía, pulgas, piojos y garrapatas, disparando su transmisión a las personas que los rodean, convirtiéndolos en un fenómeno sanitario preocupante en el verano.Los hogares españoles cuentan con 3,5 millones de perros y 2,5 millones de gatos. "Más del 40% de estos animales está afectado por pulgas y garrapatas", estima el decano de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, Luis Ferrer, que advierte que "es muy importante que los dueños controlen estas parasitaciones, puesto que pueden transmitir enfermedades graves a perros y gatos y también picar a sus amos".

Tampoco se salva el campo de las parasitaciones veraniegas. En las zonas húmedas proliferan los mosquitos, concretamente los flebótomos. Esta especie transmite un parásito, la leishmania, que provoca una -enfermedad, la leishmaniasis. "En el medio rural se producen muchos casos de leishmaniasis", asegura Moisés Dilmé, veterinario de zonas rurales del Vallés, "pero se concentran en los perros, ya que los seres humanos tenemos defensas naturales contra el parásito, salvo las personas inmunodeprimidas como los ancianos, los menores de seis años y los enfermos de sida".

La garrapata es otro parásito del medio rural. Esta criatura vive en estado de latencia, y cuando el calor arrecia, "despierta" y se encarama en las plantas para saltar sobre los animales, siendo los perros los que la introducen en los hogares.

En las viviendas urbanas la amenaza viene dada por pulgas y piojos. En principio éstos no se transmiten fácilmente al ser humano, porque prefieren animales peludos y con sangre más caliente (38º y 39º). Como el verano acorta el ciclo de maduración de la pulga de 45 a 18 días, la infestación se dispara, hasta contarse de dos a tres pulgas por centímetro cuadrado en perros: es el momento en que estos parásitos saltan a las personas que se encuentran cerca. Se estima que un perro cargado con sólo cinco pulgas puede dar lugar, al cabo de un mes, a 3.750 crías de pulgas. Tal es el origen de las "epidemias" de piojos en septiembre, cuando los niños infestados en agosto se encuentran en el colegio, lo que aumenta las posibilidades de transmisión.

Una medida aconsejada para combatir las infestaciones es administrar determinadas sustancias por vía oral a los animales de compañía, que circulan por la sangre resultando letales para los parásitos que pican la superficie corporal de las mascotas. No obstante, esto no es del todo, suficiente porque "los tratamientos insecticidas son necesarios tanto en el animal como en el ambiente, pues si quedan huevos y larvas en sofás, tejidos y rendijas de los zócalos, los parásitos vuelven a reproducirse y a reinfestar a los animales", explica Dilmé.

Piojos, pulgas y garrapatas no son las únicas plagas que medran con el verano. Avispas, arañas y escorpiones proliferan en estos meses, y en el mar la invasión de medusas adquiere visos alarmantes para los bañistas. Menos conocido es el aumento de casos de sarna entre que vuelven de veranear en países pobres. "Es frecuente que quienes practican el turismo sexual en países como Cuba, regresen infectados de sarna", indica Pau Umbert, jefe del servicio de Dermatología del hospital Universitario Sagrado Corazón de Barcelona.

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