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Ensayos de persuasión

Joaquín Estefanía

Confirmado: el estrés político impide valorar otras cosas que suceden en la vida española. El mismo día en que Aznar perdía, por enésima vez, la oportunidad de doblar a Felipe González en la dialéctica parlamentaria, se acumulaban dos buenas nuevas en la economía: la fuerte disminución del paro en el primer trimestre del año y un nuevo máximo anual en la Bolsa de Madrid.No es que ambas noticias no tengan nada que ver con la coyuntura política, pero hace tiempo ya que la economía vuela con una autonomía insospechada. De Italia los españoles siempre hemos elogiado la fortaleza de su sociedad civil económica. Nos asombraba cómo con unos desequilibrios macroeconómicos superiores a los nuestros en muchos casos, y en semipermanente estado de excepción político, el sistema productivo continuaba avanzando, germinaban los grandes empresarios y los sindicatos daban señales de una salud e influencia envidiables. No pretendo decir, desde luego, que aquí sea igual, pero algo se nos ha pegado.

La necesidad de crear empleo por otros caminos que el del crecimiento sigue dando debates interesantes en los últimos tiempos, como si por fin los técnicos entendiesen una de las ideas ejes de Keynes, que siempre consideró la economía como una ciencia de medios, no de fines. Recientemente, el Parlamento Europeo adoptó una resolución sobre el paro por la cual la reducción del tiempo de trabajo, aunque lejos de ser considerada un instrumento único, es la pista menos explorada pero más prometedora para crear puestos de trabajo. Lo significativo de la resolución es que una parte de la derecha conservadora se ha unido al bloque constituido por socialistas, verdes, comunistas, la alianza radical y los principales partidos liberales. Esa reducción de la duración del trabajo puede tomar formas muy diversas: por día, por semana, por año, a lo largo de la vida, extensión del trabajo parcial, multiplicación de los tiempos de formación y de permisos sabáticos y la jubilación progresiva. El Parlamento afirma que estas fórmulas deben ser negociadas entre empresarios y sindicatos, pero no imponerlas.

En cuanto a las cifras de la EPA española, hay tendencias que, si se confirmasen, son muy significativas: incremento significativo de los contratos de tiempo indefinido, fuerte aumento de quienes trabajan a tiempo parcial, pequeña reducción del número de familias en las que todos sus miembros estaban en paro, ligero aumento del número de empleadores... En el otro lado de la balanza, el aumento de los parados de larga duración, o el todavía escaso porcentaje (28,02%) de ciudadanos que está dispuesto a la movilidad geográfica a cambio de encontrar empleó. Todo ello dentro del hecho central: que todavía siguen en paro 22 de cada 100 ciudadanos en edad de trabajar: 3.537.490 personas.

Pero algo se está moviendo y los efectos de la reforma laboral se están notando a razón de 1.800 nuevos empleos diarios. En los Ensayos de persuasión de Keynes se incluye la conferencia que el economista británico pronunció en Madrid en 1930: Posible situación económica de nuestros nietos. En ella, Keynes denuncia el pesimismo de los coyunturalistas (el pesimismo de los revolucionarios que creen que las cosas están tan mal que nada nos puede salvar si no es un cambio violento del sistema económico, y el pesimismo de los reaccionarios que consideran el equilibrio de nuestra vida económica tan precario que no debemos arriesgarnos a hacer cambios) y afirma que las dos fuerzas que impulsan el crecimiento a largo plazo son la acumulación del capital y el progreso tecnológico. Ambas se están dando, por lo que hay algunos elementos que permiten pensar que se pueden crear puestos de trabajo de modo sostenido.

O quizá es que estoy optimista porque me voy de vacaciones.

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