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Más de cien personas murieron cada día en cuanto el termómetro superó los 35 grados

El día 16 de julio saltó la alarma entre los expertos sanitarios regionales que investigan la relación entre la subida de las temperaturas y el aumento de la mortalidad. ¿Por qué el 16? En esa fecha, los termómetros empezaron a superar los 35 grados, umbral crítico por encima del cual el cuerpo humano tiene serias dificultades para contrarrestar estas temperaturas. Aunque las muertes por golpe de calor comprobadas en Madrid ascienden a 20, la Consejería de Salud vincula tajantemente el incremento en un 57% de las muertes en la segunda quincena del mes de julio con las altas temperaturas.

El promedio anual de muertes a la semana se sitúa en 500 en la ciudad de Madrid, según las series estadísticas elaboradas por la Consejería de Salud desde 1988. Esta media se ha disparado en un 57% desde el miércoles 19, día en que los termómetros registraron máximas de 39 grados, según explica Felipe Vilas Herranz, director general de Prevención y Promoción de la Salud.Fuentes de los servicios funerarios indican que, aunque todos los años se produce un pico en la curva de mortalidad en verano, relacionado con las altas temperaturas, este año ha sido muy superior a los precedentes. Habría ue retroceder a la ola de calor e 1991.

Si en la primera quincena de julio el número de óbitos diarios se situaba 75 de media en la ciudad, éstos han superado con creces el centenar a partir del día 16. La media de la segunda quincena (hasta el día 16) fue de 102.

El martes pasado, día 25, se aIcanzó la cifra histórica más aIta de fallecimientos en Madrid, con 135. El último verano especialmente funesto fue el de 1991, cuando en un solo día, el 18 de julio, las muertes en la capital ascendieron a 125. Anteriormente, la cota más alta de defunciones se produjo el 25 de enero de 1990, con 131. Pero este pico, invernal, se debe a las gripes.

Deshidratación

El calor puede llegar a producir muerte por el efecto de la desidratación, expone Felipe Vilas. La falta de agua en el organismo provoca que la sangre se espese, lo que facilita procesos de embolias o trombosis (coágulos en las venas que impiden la circulación de la sangre). Los grupos de riesgo a quienes más afecta el llamado golpe de calor son los ancianos, los niños y las personas que sufren enfermedades respiratorias o cardiovasculares.

El cuadro que aparece en esta página muestra la tendencia de os índices de mortalidad durante el mes de julio. Fuentes del servicio de Epidemología de la Consejería de Salud explican las áridas cifras que en él figuran. En primer lugar, las temperaturas superiores a 35 grados centígrados marcan un umbral crítico en el hombre: "El mono es un animal tropical que está a sus anchas a temperaturas de entre 18 y 28 grados. De ahí que a finales de agosto y principios de septiembre, así como en primavera, la curva de mortalidad desciende", explica Juan Carlos Alberdi, del servicio de epidemiología de la Consejería de Salud.

Cuando las temperaturas pasan de los 35 grados, el organismo de aquellos que sufren enfermedades crónicas de este tipo se desmorona al fallar el funcionamiento de multitud de órganos.

El gráfico que aparece en esta página muestra esos puntos de inflexión, previos a los picos de julio que aparecen todos los años.

La máxima crítica de 35 grados se superó el día 16 de julio. Hasta entonces, el número de fallecimientos en este mes osciló entre 60 y 80 al día. Pero hasta el día 19, tres días después de que las temperaturas ascendiesen por encima del umbral soportable para los grupos de riesgo, no se registró un aumento notable de la mortalidad.

A partir del día crítico, el miércoles 19, las cifras siguen en aumento, aunque las temperaturas bajaron a máximas de 34 el martes 25. Pero la curva de muertes siguió ascendiendo. Esto se debe, explica Alberdi, a que hay un fenómeno de acumulación: los procesos de deshidratación pueden manifestarse con unos días de retraso, o bien las personas que sufren el golpe de calor siguen con vida algunos días, pero ya condenados a morir. Esto explica que el 25 de julio, aunque la temperatura máxima fue de 34 grados, se alcanzase la cifra récord de 135 óbitos en una sola jornada.

Ancianos

Por grupos de edad, los ancianos han sido la población madrileña más castigada desde el día 16 de julio. Entre esa fecha y el día 26 murieron un total de 1.129 personas, de las cuales 917 superaban los 64 años, lo que supone un 81% del total. Y en torno al 90% eran mayores de 80 años.

De esa edad son la mayoría de los fallecidos, una decena ya en los últimos 10 días, en la región. 'Los mayores y los niños, al ser los que menos defensas tienen, son los más afectados por el calor", explicó un portavoz del Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate (SAMUR).

Con el calor también se han disparado estos días el número de asistencias psiquiátricas. El asado martes, el SAMUR atendió 11 enfermos (la media es de cinco casos diarios), cuya medicación psicotrópica es susceptible, según señaló un facultativo de este servicio, de generar trastornos bajo condiciones fuertes de calor.

Beber, beber y beber. Agua y zumos. Tres litros como mínimo al día. Y, por supuesto, nada de bebidas alcohólicas, que favorecen la vasodilatación. Éste es el remedio más eficaz para vencer la deshidratación, recomendó el portavoz del SAMUR.

Los primeros síntomas que se detectan en una persona afectada por un golpe de calor son: intensa sed, dolor de cabeza, náuseas, ausencia de sudor y aumento de temperatura.

Ante cualquiera de estas presunciones, el SAMUR recomienda que se intente reponer el líquido perdido bebiendo y sobre todo bajar la temperatura del cuerpo al enfermo. Y aconsejan a los madrileños que eviten tomar el sol en las horas que mas calienta.

Al abrigo del hormigón

Madrid registra diferencias de temperatura de entre tres y cuatro grados entre el centro y la periferia. Es un fenómeno que los madrileños tienen comprobado empíricamente: así que acudan en estas tórridas noches a cenar a El Pardo o a pasear, los menos preocupados por la seguridad ciudadana, por el Retiro. Los científicos también han estudiado hasta la saciedad el fenómeno llamado isla de calor: cuanto mayor es la concentración de edificios, menor es la irradadicación nocturna del calor acumulado de día. Este fenómeno ha sido comprobado en la capital por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma.

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