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Karadzic reemprende la 'limpieza étnica' en Zepa

Juan Carlos Sanz

Los serbios de Bosnia-Herzegovina emprendieron ayer, una vez más, una sistemática limpieza étnica, esta vez en el enclave musulmán de Zepa, del que se apoderaron el martes. Más de 1.200 civiles fueron expulsados de noche en un convoy de autobuses organizado por los propios serbios hacia KIadanj, en territorio controlado por las tropas gubernamentales bosnias. Luego vendrá la peregrinación hacia los atestados campos de refugiados de Tuzla y Zenica. En su mayoría eran ancianos y mujeres con sus hijos en brazos y heridos.

Los responsables del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) que les recibieron con las primeras luces del día sólo, escuchaban sollozos. Esta vez los cascos azules ordenaron el éxodo, incluso pagando el precio de tener que negociar con un general serbobosnio acusado de crímenes de guerra, Ratko Mladic, jefe militar de los conquistadores de Zepa.Los hombres en edad de armas que permanecían en el enclave no se han rendido. Prefirieron echarse al monte y ocultarse entre la fronda de las colinas del norte de Zepa antes que correr la misma suerte que los defensores de Srebrenica, capturados y detenidos en un campo de concentración.

Los primeros refugiados que llegaron a Kladanj, 50 kilómetros al sur de Tuzla, tras cruzar a pie la línea de combates estaban agotados y desnutridos. Después de pasar tres años cercados en Zepa les espera ahora un campamento de barracones en Zenica, una ciudad industrial del centro de Bosnia. Un convoy integrado por 21 autobuses serbios les dejó a las puertas de las líneas bosnias.

Pero todavía llegaron en peores condiciones a la capital bosnia los 34 heridos, dos de ellos de extrema gravedad, evacuados por los cascos azules junto con dos centenares de enfermos y desvalidos. Ante las preguntas de un equipo de television, un anciano replicó airado: "Déjennós en paz; han pasado tres años sin que les importáramos nada".

Acababan de atravesar la tierra de nadie del aeropuerto de Sarajevo escoltados por la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (Unprofor) a bordo de tres autobuses. El coronel Robert Meille, que les recibió en un cuartel serbobosnio del sur de la ciudad, se limitó a informar de las pésimas condiciones en que se encontraban. Un convoy de ambulancias blindadas y autobuses, conducidos por soldados francesas se hizo cargo del traslado.

¿Dimisión de Mazowiecki

Las negociaciones emprendidas el mismo martes, tras la caída de Zepa, entre el comandante de los cascos azules en Bosnia, el general Rupert Smith, y el general MIadic, parecen haber evitado las trágicas escenas que se produjeron en Srebrenica, con más de 30.000 desplazados, sin ayuda ni alimentos en un primer momento. Este gesto le ha parecido insuficiente al relator especial de la ONU sobre las violaciones de los derechos humanos en la antigua Yugoslavia, Tadeusz Mazowiecki, quien ha convocado una rueda de prensa para hoy. Los rumores apuntan a que el motivo de la comparecencia es la presentación de su dimisión, según informa Ana Fernández desde Ginebra. El ex primer ministro polaco parece harto de la incapacidad internacional. Srebrenica Zepa han colmado el vaso de la paciencia.

Los cascos azules tenían previsto supervisar la evacuación de otros 5.000 civiles, de los 15.000 que presumiblemente albergaba el enclave de Zepa. Mientras tanto, seguía la confusión en tomo al paradero de los hombres que han defendido el enclave de los ataques serbobosnios. Muchos de ellos parecen haber huido a los cerros que rodean Zepa para proseguir la lucha. El Gobierno bosnio, sin embargo, anunció que los hombres armados están dispuestos a entregar sus armas a las unidades de Unprofor si se garantiza su evacuación.

En entorno a Bihac, el Gobierno de Croacia ha movilizado a miles de sus soldados frente al territorio controlado por los rebeldes serbios de la Krajina, desde donde amenazan el enclave musulmán. Nadie en Zagreb -ni los responsables militares o civiles de la ONU, ni mucho menos las autoridades croatas- reconoce abiertamente la presencia de tropas de Croacia en territorio bosnio. Es un secreto a voces. Hay carros de combate que aparecen y desaparecen a uno y otro lado de la frontera. Tropas regulares que ocultan sus distintivos.

Bajo reserva de confidencialidad, un oficial de Unprofor asegura que tropas croatas se han infiltrado en Bosnia a la, altura de Livo, al noreste de Split, y han avanzado desde allí hasta Bosansko Grahovo, donde arranca la principal carretera que comunica a la capital de la Krajina, Knin, con el territorio de los serbobosnios. Otras fuentes de la ONU constatan que Zagreb ha ordenado el cierre del aeropuerto de Zadar a los vuelos civiles y militarizado las carreteras al sur de Karlovac. Los observadores de la ONU, no obstante, llevan días sometidos a restricciones para sus movimientos en la zona.

Tan sólo informan abiertamente sobre Bihac los responsables del ACNUR, que dan cuenta del movimiento de 8.000 refugiados en dirección a Cazin, en el centro del enclave. Desde el comienzo del pasado mes de junio apenas han entrado convoyes de ayuda humanitaria en el enclave noroccidental, donde se agrupan más de 150.000 civiles. El caudillo musulmán local, el multimillonario Fikret Abdic, alzado en armas contra los dirigentes de Sarajevo, parece haber reconquistado sus posiciones originales, perdidas el pasado otoño, y donde ahora pretendería proclamar una república occidental bosnia. Según fuentes militares croatas citadas por la agencia AFP, el V Cuerpo del Ejército de Sarajevo cuenta con 20.000 soldados en Bihac, apoyados por 1.200 bosnio-croatas. Las fuerzas de los serbios de la Krajina ascenderían, según la misma fuente, a 45.000 hombres.

El Ejército de Croacia está integrado por 115.000 soldados, aunque desplegados en el amplio arco que describe desde el noreste de Bosnia hasta la costa adriática.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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