Tres individualidades del siglo XX
Acogida al centenario de la Bienal, el 46º Festival de Música Contemporánea de Venecia despliega un cúmulo de actividades representativas de lo que ha sido, es y, probablemente será, la creación musical de nuestro tiempo. Junto a las obras de las grandes figuras definidoras como Schonberg, Stravinski, Shostakovich, Scriabin, Falla, Cage, Messiaen, Dallapiccola, Petrassi, Lutoslawski, Maderna, Ligeti o Luciano Berio -que recibe el León de Oro en su 70º aniversario- se suceden, durante un mes, 23 estrenos mundiales absolutos y 42 primeras audiciones italianas.España está representada por Luis de Pablo, que estrenó el día 12 su Romancero para voces mixtas; José Ramón Encinar, que dirigió Míse en scène para clarinete y orquesta, protagonizada por Adolfo Garcés, Manuel de Falla y Cristóbal Halffter.
El conjunto de revisiones y novedades se articula en tres grandes secciones: una dedicada a la relación entre lo espiritual y lo sagrado; otra, que recoge diversas manifestaciones de teatro musical y ballet y una tercera, de abierta proyección hacia el futuro, con el resultado de las investigaciones y experiencias en el dominio sonoro realizadas en parte por encargo del laboratorio de informática musical de la Bienal.
Siete preludios
El programa encomendado a la Orquesta de Padua y el Véneto, dirigida por el maestro Emilio Pomarico, sumó a algunos aspectos ideológicos, espirituales y formales, el gesto de homenaje al polaco Witold Lutoslawski (1923-1994) con la interpretacion de Preludios y fuga, de 1977. Se trata de servir a un pensamiento preciso por medio de soluciones abiertas, tanto si existe improvisación, como si se parte de propósitos fluidos y sin cierre previsto. Es el caso de los siete preludios, ideados casi a modo de tientos, en los que se evita el punto culminante. Corresponde a la fuga en su riqueza de material y el dominio de su trazo, la construcción de la cúpula sonora y formal, todo lo cual aleja la idea de reproducir formas pretéritas del Barroco para conservar tan sólo cierto talante de la organización interna.
A los arcos, suma Henri Dutilleux (Angers, 1916), el címbalo y la percusión, para su secuencial Mystére de l'instant, 10 momentos o breves tiempos en los que el autor simboliza aspectos determinados de la materia sonora en su pura objetividad, pero también en sus resonancias espaciales y espirituales: Llamadas, Ecos, Prismas, Letanías...
Ysang Yun, surcoreano nacido en 1919, oculta o sugiere, en su Concierto para flauta, tras la brillante precisión de escritura, conflictos ideológicos subyacentes que se tornan evidentes: los que se derivan de las tradiciones propias de su cultura. oriental (la obra parte de una antigua poesía coreana) y el diálogo continuo con el pensamiento y los procedimientos de Occidente. Dualidad que enriquece y llena de horizontes el concierto, espléndidamente protagonizado por Roberto Fabbriciani y llevado, como todo el programa, con la corrección y mesura que parecen dones naturales de Emilio Pomarico, al que respondió con flexibilidad la orquesta véneto-paduana.
Babelia
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