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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Final con orden

TODO HA sucedido como exigía el guión. EI comité de enlace de los dos partidos que forman la coalición CiU decidió ayer retirar el Apoyo global al Gobierno, se declaró liberado de sus compromisos con los socialistas y anunció que la crítica situación política exige una clarificación. Algunos matices de la declaracion desactivan parcialmente su potencial explosivo: CiU desea que las elecciones generales se realicen después de la presidencia europea -es decir, en los primeros meses de 1996-, sus parlamentarios negociarán eventuales apoyos al Gobierno caso por caso, y no se excluye, pero tampoco se da por sentada, una negociación de los, Presupuestos de 1996.Por parte de CiU, en consecuencia, se aportan todos los elementos para un calendario electoral que avanzará los comicios catalanes a noviembre, y los generales, a marzo, con grandes probabilidades de alcanzar un acuerdo sobre unos presupuestos restrictivos que sitúen el déficit español en el 4,4% del PIB, tal como exigen las condiciones de convergencia para la Unión Económica y Monetaria. La expresión. "acabar ordenadamente", utilizada en el comunicado de CiU, expresa a la perfección los propósitos de la coalición que lidera Jordi Pujol.

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Es verdad que algo hay de teatral en lo sucedido ayer en Barcelona y que todo era previsible y había sido anunciado al menos desde hace un mes con motivo de la crisis del Cesid, que impuso la salida del Gobierno de Narcís Serra y Julián García Vargas. Pero no tiene por qué observarse este nuevo episodio en clave de farsa, como si Pujol y González hubieran cerrado bajo la mesa un trato sobre el calendario electoral, los presupuestos e incluso hipotéticas concesiones en materia autonómica. Uno de los elementos que más han influido en el decantamiento de CiU -la enorme presión, de los escándalos- seguirá condicionando de forma hoy imrevisible la nueva situación. La coalición nacionalista prefiere tomar sus distancias de un Gobierno acosado y no estar obligada sistemáticamente a apoyar al PSOE ante los ataques de la oposición.

Otra prueba de que no hay tal farsa es el forcejeo que se ha producido en los últimos días. González se ha visto obligado, Contra sus deseos, a.reconocer la necesidad de un adelantamiento electoral primero y a fecharlo en marzo después. También Pujol, qué no quería atarse en la negociación de lo que será el impopular Presupuesto de 1996, coincidente con su campaña electoral, empieza a plantearse un eventual apoyo siempre que el recorte no tenga excesivos efectos sobre lo que él denomina la economía productiva y la financiación autonómica.

La ruptura de ayer, si fracasa la negociación presupuestaria, puede llevar aun adelanto de las generales para este mismo año, con el retraso consiguiente de las catalañas al año próximo, siempre con el objetivo de impedir que coincidan ambas elecciones, cuestión en la que el presidente catalán asegura contar con garantías de González. De ahí que todo conduzca a una Agenda mucho más controlada -escándalos aparte-, en la que se retira el apoyo global a González, pero se negocia, e incluso puede aprobarse, la Ley de Presupuestos.

Entre Pujol y González había un frágil acuerdo global que ahora se ha roto. Se ha convertido en eventuales apoyos concretos que pueden permitir al Gobierno seguir gobernando durante seis meses más. Es una ruptura, pero también una pequeña bocanada de oxígeno. Queda el Gobierno en fragilidad extrema, con fecha de caducidad y sin más apoyos que los que se vaya ganando día a día, pero evita unas elecciones generales anticipadas inmediatas y salva así los planes europeos de González. Le deja un último margen de maniobra para resolver de una vez, si quiere y si puede, el mayor de sus problemas: poner nombre a su sucesor en la cúspide del socialismo español.

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