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El Sansón de José Carreras flaquea en la apertura del Festival de Macerata

El tenor español interpretó la ópera de Saint-Saens

No es fácil ser José Carreras, porque la gente espera siempre actuaciones de la categoría del mito. El pasado sábado, el tenor español inauguró el Festival de Macerata, junto a la costa italiana del Adriático, con una versión correcta del Sansón de Camille Saint-Saens lastrada por un exceso de vibrato. Cantó casi solo, porque la Dalila de Luciana D'Intino, grande en lo físico, fue tan pequeña vocalmente que apenas llegó al público. Se aplaudió sobre todo una puesta en escena de Hugo de Ana que resalta la grandeza de un escenario de 90 metros.

De Ana ha sabido como pocos dar vida a ese excepcional, espacio del llamado Sferisterio de Macerata, constituido por las corporaciones fascistas para alojar una especialidad del juego de la pelota que se practica en la zona. A diferencia de cuantos han intentado acotar o dividir de alguna manera tan inmanejable escenario, el director, español. de origen argentino se ha limitado a iluminarlo para incorporar como elemento básico el imponente muro, de ladrillo que cierra el fondo del recinto.Vestuario y maquillaje prestan un color de arcilla al pueblo hebreo, que se confunde con esa especie de reliquia enorme de muralla romana trasplantada, a un escenario, sin perder su camino histórico, ya que el suelo se ilumina, con un feliz efecto a me dida que avanza el coro. Los filisteos, en cambio, visten de modo espectacular y colorista trajes imperiales chinos pasados por la sastrería de guerra de las galaxias.

En ese contraste y en la fuerza de los movimientos de masas se basa la gran espectacularidad de un montaje que concluye con cierta confusión, entré, imágenes que parecen proceder más bien de Turandot y sin un templo que Sansón pueda derrumbar como manda el libreto. El suelo se alza, los filisteos ruedan por tierra y todo se llena de humo en lo que parece ser un terremoto.

Mérito especial de De Ana y de sus técnicos de iltiminación es haber logrado que el enorme escenario de Macerata resulte creíble incluso en los escasos rriomentos en que esta ópera de Saint-Saens alcanza un verdadero intimismo dramático, y, en concreto, durante el dúo del segundo acto entre Sansón y Dalila.

Físico inadecuado

La parte teatral ayuda, así, al trabajo de unos cantantes que fisicamente se adecuan poco a sus personajes. Ni Luciana D'lntino tiene la sensualidad natural que se le supone a Dalila, ni Carreras sugiere la fortaleza física del héroe melenudo.

Por otra parte, el tenor español tampoco se caracteriza por las cualidades vocales dramáticas que generalmente se asocian con un papel que fue el, caballo de batalla de tenores como Mario del Monaco o John Vickers en sus últimos años. José Carreras responde a estos comentarios que se puede hacer un Sansón más intimista, volcado sobre todo en el conflicto interno de un personaje dividido entre el amor por Dalila y la fidelidad hacia su pueblo, como logró con otros personajes que tampoco se consideraban adecuados para sus condiciones de intérprete, desde el Don José de, Carmen hasta el Loris Ipanov de Fedora, pasando por el Andrea Chenier y el Stifelio.

Polémicas aparte, el papel de Sansón tiene una construcción musical precisa que no plantea a Carreras problemas de agudos, ya que en ese registro no se supera el si bemol. La dificultad está en el registro central, en la necesidad de mantener un centro de voz media potente y casi hablado durante una interpretación larga que no incluye ni una sola aria para que luzcan las cualidades líricas que han hecho a Carreras tan apreciado.

Salvo en los momentos en que el tenor da todo lo que puede, es ese centro el que aparece envuelto por un vibrato que la acústica del teatro al aire libre de Macerata amplifica hasta transmitir una incómoda sensación de inestabilidad de base.También la mezzosoprano Luciana D'Intino tiene una voz muy bella, pero mucho más ligera y pequeña de lo que el personaje de Dalila requiere. Su problema es, sin embargo, distinto del de Carreras, porque D'Intino no intenta superar sus limitaciones naturales. En consecuencia, su canto como Dalila resulta incomprensible, y no por problemas de pronunciación francesa, sino porque su articulación ni siquiera llega al público.Wolgang Brendel hizo un sumo sacerdote eficaz, adjetivo que también puede ser aplicado a la labor del coro y del director Jacques Delacote al frente de la Orquesta Filarmónica de Niza. José Carreras cantó mucho en Macerata con Monserrat Caballé a principios de la pasada década, y ha vuelto ahora porque la dirección artística del festival la lleva Lorenzo Bavaj, el pianista que le acompaña habitualmente en sus conciertos.

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